Escribe: Eliana Pérez Barrenechea
En tiempos de dictadura guardar silencio nos hace cómplices. En el escenario político actual, las “fiestas patrias” revisten de otro sentido, con una ciudadanía hastiada y molesta con el actual régimen, pero sin poder canalizar de manera efectiva ese rechazo, y con los políticos cada vez más serviles a intereses de organizaciones criminales. Ni siquiera en el norte, caracterizado por su apatía y complacencia con la política rancia, hay espíritu festivo. Pero tampoco se ha logrado despertar la indignación, que está llevando al sur y a sectores de la Lima popular a movilizarse en estos feriados.
El frío no solo se siente en el ambiente, la temperatura política está bajo cero, favoreciendo a los partidos criminales que desde diciembre del 2022 se han repartido el poder y lo han asegurado con un manto de sangre que no deja de correr. En Trujillo, el llamado a una jornada nacional de lucha para derrocar el pacto de gobierno ha tenido como respuesta un silencio perturbador, considerando que es uno de los centros del poder de facto, pues cobija a César Acuña en el Gobierno Regional de La Libertad, dueño de Alianza para el Progreso (APP), el arma (nunca tan conveniente esta metáfora) que empuña sobre las sienes de Boluarte y con la que colabora con Keiko Fujimori en el Congreso.
APP y Fuerza Popular son los siameses de la actualidad política en el Perú, aunque tienen mucho en común, como ser una empresa familiar que lucra con la democracia mercantilista, es necesario que los mostremos como tal. Estas dos maquinarias no han necesitado ganar la presidencia de la república para usufructuar las instituciones del Estado, con tener bancadas parlamentarias funcionando como bandas de extorsión, les ha bastado.
Por ello, en estas fechas de memoria histórica hay que hablar fuerte y claro de lo que el acuñismo o el apepismo está significando para el país.
Tampoco les ha importado tumbarse el paupérrimo Estado de derecho, ni cambiar la Constitución Política a punta de votos en el Congreso, ni generar desestabilidad económica y agudizar más la crisis del modelo neoliberal que proclaman, los siameses están con las uñas afiladas y acaban de asegurar su cogobierno en el Congreso con la nueva Junta Directiva para terminar el trabajo sucio de arreglar las próximas elecciones nacionales, regionales y municipales.
Por ello, en estas fechas de memoria histórica hay que hablar fuerte y claro de lo que el acuñismo o el apepismo está significando para el país: ha gansterizado el Congreso legislando para la minería ilegal y otras organizaciones criminales, ha otorgado impunidad a violadores de derechos humanos, ha respaldado la matanza de decenas de peruanos, ha destruido la educación de calidad, y hace agonizar al sistema de salud pública, dirigiendo ese ministerio a favor de empresas farmacéuticas, aseguradoras privadas y facultades de medicina mediocres.
Es imperativo que en La Libertad levantemos la voz y acusemos a César Acuña y a APP de ser verdugos de la democracia y enemigos de la vida. Salgamos a marchar en Trujillo por un Perú sin mafias, denunciando a la mafia local.