Escribe: Ray Paz Quesquén
Domingo antes de clase
Volver, volver, volver…
Volver al Quijote es una delicia, no solo por el ingenio de las aventuras del culto demente de la Mancha, sino por la aventura del “fermoso» lenguaje que implica volverse al castellano castizo de esperanto y vulgato; un intrincado arrullo para el cerebro lector; como advertía el mismo Cervantes, esto es para entonarse a viva voz como cantaban sus versos los rapsodas helénicos con Homero a la vanguardia, esto es para morirse de risa de rabia de barroco …
Volver a Rayuela, perseguir a la Maga, arrullarse del agua bajo el paraguas que se desliza en su impermeable, soportando gotas abiertas y cerradas, gotas, gotitas, gotones, madres, hijas, primas, gotas parientes de lejanía, así se siente un domingo por la tarde, así entre las calles lluviosas de un París que soñaré mientras mis ojos de posen en el capítulo 76 del libro para desarmar, que intentaré comprendan mis estudiantes…
¿Qué les diré a mis alumnos mañana, después de tanta pensadera?
Volver a Los detectives salvajes, a los poetas: Madero, Belano , Ulises Lima; las hermanas Font, recuerdo que en la universidad , impulsado por este libro y los Hora Zero , fundé un grupito literario en Lengua y Literatura , llamado: “La Moska muerta”; con Daniel Dadá , Marino César Pavese , ¡Hey Joe! , Amos de la Oz , Vinicio de Moraes , la Cruzadita Andrea, el boxeador Asmat… ¡qué será de sus vidas! , seguro todos profesores amodorrados por el sistema estatal o privado , la misma vaina pienso; los ideales como algunos libros , incluido este , solo se pueden disfrutar en esta época , la de los bares , los profes insufribles, las musas agnósticas, la música de la calle y los golpes de la noche.
¿Qué les diré a mis alumnos mañana, después de tanta pensadera?
