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Vallejo amaba tanto a su padre, que le dedicó dos poemas

El poeta César Vallejo escribió, también, sobre su entorno familiar. Sus padres y hermanos aparecen en sus poemas. A su padre, a quien amaba, le dedicó dos buenos poemas. El biógrafo del poeta, Miguel Pachas Almeyda, nos lo recuerda.

César Vallejo admiró tanto a don Francisco de Paula, que llegó a dedicarle dos poemas excepcionales: “Los pasos lejanos” y “Enereida”.

De acuerdo con sus versos, es posible afirmar que su padre tenía un inmenso valor para él, pues, lo recordó como un líder de su pueblo (Santiago de Chuco) donde ocupó el cargo de gobernador. Lo admiraba porque tenía un “semblante augusto”, y también porque era un hombre que gustaba hablar con su familia sobre “impresiones urbanas” y cuestiones políticas.

Sin embargo, le dolía mucho verlo en una edad muy avanzada (78 años), invadido por la más triste soledad (era viudo y sus hijos habían formado sus propias familias), lo notaba frágil, desconocido, y temía su pronta partida de este mundo. Leamos:

ENEREIDA

Mi padre, apenas
en la mañana pajarina, pone
sus setentiocho años, sus setentiocho
ramos de invierno a solear.
El cementerio de Santiago, untado
en alegre año nuevo, está a la vista.
Cuántas veces sus pasos cortaron hacia él,
y tornaron de algún entierro humilde.
Hoy hace mucho tiempo que mi padre no sale!
Una broma de niños se desbanda.
Otras veces le hablaba a mi madre
de impresiones urbanas, de política;
y hoy, apoyado en su bastón ilustre
que sonara mejor en los años de la Gobernación,
mi padre está desconocido, frágil,
mi padre es una víspera.
Lleva, trae, abstraído, reliquias, cosas,
recuerdos, sugerencias.
La mañana apacible le acompaña
con sus alas blancas de hermana de caridad.
Día eterno es éste, día ingenuo, infante
coral, oracional;
se corona el tiempo de palomas,
y el futuro se puebla
de caravanas de inmortales rosas.
Padre, aún sigue todo despertando;
es Enero que canta, es tu amor
que resonando va en la Eternidad.
Aún reirás de tus pequeñuelos,
y habrá bulla triunfal en los Vacíos.
Aún será año nuevo. Habrá empanadas;
y yo tendré hambre, cuando toque a misa
en el beato campanario
el buen ciego mélico con quien
departieron mis sílabas escolares y frescas,
mi inocencia rotunda.
Y cuando la mañana llena de gracia,
desde sus senos de tiempo,
que son dos renuncias, dos avances de amor
que se tienden y ruegan infinito, eterna vida,
cante, y eche a volar Verbos plurales,
jirones de tu sér,
a la borda de sus alas blancas
de hermana de caridad, ¡oh, padre mío!

César Vallejo, sin duda, fue un hombre y artista que admiró y amó a su padre durante toda su existencia. Sean estas líneas un gran homenaje a todos los padres del mundo.

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