Escribe: Domingo Varas Loli
Alex Grijelmo García (Burgos, 1956) es lo que se conoce como un periodista de raza. A los once años -como otros sienten el llamado de la fe o de alguna misión extraordinaria- Alex sintió como si un relámpago lo hubiera iluminado que quería ser periodista. De inmediato se puso manos a la obra y consciente de la importancia del lenguaje en el ejercicio del periodismo, se apertrechó de diccionarios, de tratados y manuales sobre la lengua española.
“Desde que supe que me iba a dedicar a escribir profesionalmente, me dediqué a conocer la lengua porque supe que iba a ser mi herramienta profesional”. Al mismo tiempo, pasó del dicho al hecho creando una revista escolar en las que hizo sus primeras armas en el periodismo escrito. No fue un salto al vacío lo que le llevó a la prensa escrita. Fue un proceso en el que no quemó etapas: mientras estudiaba ciencias de la información en la Universidad de Navarra ya hacía reporterismo y periodismo de opinión en “La voz de Castilla”. Licenciado en Ciencias de la Información y máster oficial y doctor en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.
Autor de los ensayos La seducción de las palabras (2000), La punta de la lengua (Aguilar, 2004), El genio del idioma (Taurus, 2004), La gramática descomplicada (Taurus, 2006), Palabras moribundas (Taurus, 2011), Palabras de doble filo (Espasa, 2015), Más de 555 millones podemos leer este libro sin traducción. La fuerza del español y cómo defenderla (Taurus, 2019), Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo (Taurus, 2019) y Con la lengua fuera (Taurus, 2021). Ha recibido el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades (2018) y el Premio Archiletras de la Lengua en la categoría de divulgación.
El año 1983 marcó un hito en su trayectoria: ingresó al diario El País, el diario que marcó un hito en la historia del periodismo español. “He tenido la suerte de vivir la mejor etapa del periodismo en la historia de España desde el año 1978 al 2004. Fueron años sensacionales con trabajos generalmente muy bien remunerados, empresas que obtenían beneficios, manuales de estilo que cada medio se comprometía a cumplir”, afirma al evocar el pasado y constatar que todo eso se ha esfumado, incluso en algunos de aquellos medios que fueron un ejemplo. Y declara, sin ambages, su escepticismo sobre el futuro del periodismo.

El cazador de las palabras
En tu novela El cazador de estilemas (Planeta, 2019), uno de los personajes afirma que …“por las palabras se llega al alma de una persona. A su historia, a su tierra, a su infancia. Las palabras son siempre el camino.” ¿Tanto poder les atribuyes a las palabras?
Claro, las palabras pueden ser sicoanalizadas. No es lo mismo utilizar una palabra que otra, un tiempo verbal que otro. Es posible auscultar la condición humana a través de las palabras. Utilizamos palabra frías o cálidas, las palabras son un termómetro que refleja nuestro estado de ánimo o malestar frente a la realidad.
En Defensa apasionada del idioma (Taurus, 1998) criticas el abuso de extranjerismos en nuestra lengua. En medio de una aldea global, ¿no crees que la lucha por la integridad de la lengua es una batalla perdida?
Yo no lucho por la integridad de la lengua, tampoco me anima un purismo especial. Lo que me interesa es plantear por qué nos sucede eso: por qué decimos coach en vez de “entrenador” o “adiestrador” o “preparador”; o impasse en lugar de “estancamiento” o “atolladero” o “callejón sin salida” o “compás de espera”… según proceda en cada situación; o blackout y no “apagón”.
Ahora tú has sostenido algo que me ha llamado sobremanera la atención: el uso y abuso de los anglicismos se debe a un complejo de inferioridad de los hispanohablantes.
En mi opinión, lo hacemos por un complejo de inferioridad ante el inglés. Creemos que lograremos más prestigio si usamos anglicismos, algo que nos perjudica como sociedad y como cultura. Si tú te sientes superior a otro, no por eso eres superior a él. Pero si te sientes inferior, en ese momento ya lo eres. Los anglicismos no son la enfermedad, son el termómetro que revela la fiebre; el piloto que se enciende para advertirnos de lo que nos pasa. Así hablan, por ejemplo, las clases adineradas, supuestamente cultas, que suelen utilizar hasta anglicismos sintácticos.
¿Existe lo que se podría denominar una Arcadia lingüística, o sea un lugar donde se habla mejor el castellano?
En absoluto, no existe un lugar donde se habla mejor el español. El español es la summa de todas las diversidades lingüísticas. Creo que es mejor hablar de segmentos de la sociedad que hablan mejor la lengua. Contra lo que pudiera suponerse, las clases populares son las que mejor hablan nuestra lengua. Me gusta más como habla la gente de la calle que el habla de los diplomáticos, los empresarios o los políticos.
«El estado actual del periodismo es preocupante porque cada vez más se entromete en la profesión periodística la mala influencia de las redes sociales. La búsqueda de la noticia inmediata a costa del rigor y las comprobaciones».
¿Cuál es el rol que juega la Real Academia Española (RAE)? Hay lenguas como el inglés que no tienen academia que regula su uso.
Bueno, si no tienen academia peor para ellas. No caigamos en el complejo de inferioridad de creer que si el inglés no tiene academia tampoco deberíamos tenerla nosotros. El diccionario Oxford hace las veces de la RAE. Creo que debemos hablar de las academias, en plural, que están dando resultados fantásticos que se reflejan en la mejor comunicación entre todos los hispanohablantes.
Eres miembro de la Academia de la Lengua de Colombia, ¿te gustaría ser incorporado en la RAE?
Creo que hay muchas personas que están en la lista de espera y seguramente tienen más méritos que yo.
La literatura y el periodismo
Has incursionado en la creación literaria, ¿qué significa en tu trayectoria haber escrito una novela?
Para mí el ensayo es una de las formas de la literatura. El ensayo es una reflexión sobre algún problema del ser humano y la sociedad. Yo hago literatura a través del ensayo. Lo que pasó es que se me ocurrió el argumento y creí que debía darme una oportunidad escribiendo en otro género. El de la novela negra, pero es un divertimento, una parodia sobre las potencialidades del lenguaje. No planeo escribir otra novela. Mi ámbito natural es el ensayo. Quizá más adelante escriba algún libro de relatos…
¿Cuáles son, desde la perspectiva de un analista de la actividad periodística, los límites entre el periodismo y la literatura?
Como me dijo una vez Delibes cuando lo entrevisté, la literatura es el periodismo sin el apremio del cierre; es decir, sin la prisa por entregar enseguida el texto. Para mí, todo periodismo es narrativo. Y el periodismo es literario en determinados géneros, como el reportaje, la crónica, el análisis o el artículo; no tanto en la noticia. ¿Qué es la literatura? En mi opinión, literatura es expresarse con estilo. Y eso se puede hacer también en los periódicos y en los demás medios. He dedicado un libro de más de 500 páginas a eso, a distintos consejos para comunicarse con un estilo que atrape al lector en vez de alejarlo: El estilo del periodista (Taurus, 1997).
Alguna vez García Márquez se refirió a este libro elogiosamente, definiéndolo como un libro didáctico que se lee con la pasión de una buena novela.
García Márquez y yo nos conocimos gracias a este libro. Según me contaría después entró en una librería en Barcelona y vio el libro, lo compró y lo leyó de un tirón. No había muchos libros sobre el estilo periodístico escritos por periodistas en activo, en los que se trate de los problemas concretos que encuentra un periodista en una sala de redacción.

Qué reflexión te suscita la muerte de Mario Vargas Llosa; en el diario el País donde laboras ha quedado un enorme vacío que no logran cubrir
Creo que hemos perdido a un gran intelectual. Sin duda ha dejado un gran vacío en las columnas del diario El País. Incluso si no estábamos de acuerdo con su postura resultaba una experiencia grata leer sus columnas. Igual que ocurrió con García Márquez, son auténticos gigantes, titanes de la literatura cuya ausencia se siente irremediablemente.
Los males de la prensa: la manipulación y el anonimato
Tú has ejercido el periodismo como reportero, redactor jefe, director de la agencia de noticias EFE y ejecutivo de prensa en el Grupo PRISA, ¿desde esta perspectiva multilateral qué opinas del periodismo actual?
El estado actual del periodismo es preocupante porque cada vez más se entromete en la profesión periodística la mala influencia de las redes sociales. La búsqueda de la noticia inmediata a costa del rigor y las comprobaciones. Han surgido medios digitales que carecen de normas éticas y que verifican muy poco o nada las informaciones y reproducen comunicados de determinadas organizaciones sin comprobar lo que se afirma. La precariedad de los periodistas como consecuencia del cambio de modelo de negocios también es un aspecto negativo. Para reducir costos los medios están elaborando productos de menor calidad, cayendo en una espiral que no tendrá un buen término.
En tus libros El silencio de la información (Taurus , 2012) y La perversión del anonimato (Taurus, 2024) analizas los males del periodismo contemporáneo. El subtítulo del primero “¿Cómo se miente contando hechos verdaderos?” parece contener la clave de tu diagnóstico.
El principal mecanismo de manipulación consiste en silenciar datos que condicionan nuestra visión de los hechos. Se trata de omitir una parte crucial de la realidad, lo que distorsiona la veracidad de la historia. Hay muchos ejemplos de este fenómeno en mi libro. A esto hay que agregarle lo que denomino la perversión del anonimato. El anonimato siempre ha existido. Pero nunca se había abusado de este procedimiento hasta el punto de que hoy es la norma general en las comunicaciones sociales y esto produce unos efectos perversos. Creo que es necesario regular y limitar el anonimato.
¿Por dónde desatar el nudo gordiano de la crisis…?
Hay que volver a la esencia del periodismo, a contar lo que sucede cotejando diversas fuentes para confirmar la veracidad de los hechos e interpretarlos con honradez. Ahora reina el periodismo de la primera fuente, sin mayor contraste.
Eres pesimista sobre la situación del periodismo.
En las actuales circunstancias soy pesimista sobre el futuro del periodismo. Ahora mismo lo que se ve es un callejón sin salida.