Escribe: Lucho Caro
La caída de una parte del techo de la Casona Carranza es una preocupante manifestación de la negligencia hacia nuestro patrimonio cultural. Este edificio, que debería ser un símbolo de identidad por estar íntimamente ligado a la vida de César Vallejo, se está desmoronando.
El techo de una parte inhabitable del segundo piso colapsó, afortunadamente sin causar pérdidas humanas. Este incidente resalta el deterioro que ha sufrido la estructura a lo largo de los años, resultado de una falta de mantenimiento que no podemos seguir ignorando. La fragilidad de nuestro legado se hace evidente con este lamentable suceso.
La casona no sólo es un edificio; sino también es testigo de momentos significativos en la historia de Trujillo. Vallejo encontró refugio en sus paredes durante su juventud, un período en el que cultivó su talento literario y su compromiso social. Su paso por Trujillo dejó una huella profunda, transformando su experiencia personal en un legado que sigue inspirando a generaciones. Hoy, el deterioro de este espacio representa un ataque a nuestra memoria colectiva.
Los esfuerzos por restaurar espacios históricos son escasos y tardíos, por no decir que prácticamente no existen, dejando a la ciudad al borde de la pérdida de su patrimonio.
Sin embargo, es aún más lamentable que la ciudadanía permanezca en silencio mientras se destruyen los vestigios de nuestra historia. Aunque se haya clausurado el restaurante que funcionaba en la misma edificación, esta medida resulta insuficiente. Los esfuerzos por restaurar espacios históricos son escasos y tardíos, por no decir que prácticamente no existen, dejando a la ciudad al borde de la pérdida de su patrimonio.
La apatía de quienes toman decisiones sobre nuestro legado es insostenible. ¿Cuánto más debemos perder para que se reconozca la urgencia de actuar? Las estructuras históricas en casi todo el centro de Trujillo, que son la esencia de nuestra identidad cultural, se están desplomando. Es urgente que la comunidad se movilice y exija protección y restauración para estos lugares que merecen ser honrados.
La historia de Trujillo está en juego, y no podemos permitir que la negligencia continúe. Este patrimonio, al igual que todos los demás, merece ser restaurado y celebrado, no olvidado entre escombros. La lucha por lo que nos pertenece es primordial, pues el futuro cultural también depende de nuestra capacidad para defender lo que es nuestro.





