Escribe: Lucho Caro
Gerardo Chávez ha viajado a las estrellas. Su obra, vibrante y cargada de surrealismo, transformó los espacios que habitó y regalándonos la belleza de su pulso a quienes valoramos su trabajo. Cada uno de sus lienzos, desde “La procesión de la papa” y “La creación del nuevo hombre”, hasta “Estrella del amanecer” y “El último ídolo”, refleja su talento y su conexión con la identidad peruana.
Nacido en 1937, dedicó su vida a explorar la riqueza y diversidad de nuestra cultura. Fundó el Museo de Arte Moderno y la Bienal de Arte de Trujillo, estableciendo un legado que ha influido en generaciones de artistas. Su visión transformó la región en un punto de encuentro para el arte, donde la creatividad podía florecer.
Quienes tuvieron la fortuna de conocerlo destacan su generosidad y su amor por el arte. Era accesible y siempre dispuesto a compartir su visión. Su taller, lleno de música clásica, era un refugio de inspiración, donde cada encuentro se convertía en una experiencia enriquecedora.
no sólo fue un gran pintor; su legado también abarca la creación de instituciones que fomentan el arte y la cultura.
La Fundación que lleva su nombre, creada en 2006, promueve la difusión de la cultura contemporánea y asegura que su legado perdure. Esta labor es un testimonio de su compromiso con la cultura y de su deseo de que el arte llegue a todas las poblaciones, recordando que un pueblo sin cultura no tiene nada. También enfatizaba la importancia de valorar a los artistas en vida, para no convertir a Perú en un “cementerio de artistas”. Además, el Museo de Arte Moderno reabrirá en setiembre, después de 7 años, permitiendo que la gente conozca más sobre su vida, disfrute de su arte y lo revalorice.
Entendemos, que no sólo fue un gran pintor; su legado también abarca la creación de instituciones que fomentan el arte y la cultura. Además, su contribución fue reconocida con múltiples condecoraciones, incluyendo la Orden El Sol del Perú. En su libro autobiográfico «Antes del olvido», reflexionó sobre la vida y la muerte, señalando que ambas son parte de un mismo ciclo.
Su espíritu sigue y seguirá presente en Trujillo, recordándonos la importancia de valorar nuestra cultura. Es un privilegio haber contado con un artista de su envergadura, cuyo trabajo enriquece nuestro patrimonio cultural, y merece todos los homenajes póstumos, porque su labor debe ser recordada y celebrada.
Gracias, Gerardo, por todo lo que aportaste al arte. ¡Descansa en paz!
