domingo, diciembre 28, 2025
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Fiestas Patrias: Un abrazo pesimista por el Perú

¿Qué celebramos? En este artículo, el autor da rienda suelta a su sentir en este 28 de julio en el que vuelven las voces diversas de íconos como Vallejo, Ribeyro, Blanca Varela, Haya, Chacalón, Iván Cruz, entre otros tantos.

El Perú es una bandera desteñida que no se mueve a pesar del frío. Es el balazo de Arguedas, el olvido y la penitencia de Eielson, la agonía de Mariátegui y la búsqueda del Inca de Flores Galindo. El Perú es el balbuceo de una esperanza opaca. Son los pasos al mercado con una bolsa rota y pequeña fiando las miradas. Es no tener para las pensiones. Es la tarjeta de pollada mojada en el bolsillo trasero. Es el hueso húmero de Vallejo, la conversación en la catedral de Varguitas y el sigiloso desvelo de Blanca Varela.

Vivir en el Perú es contener el aliento. Es el aconchasumadramiento del poeta Pimentel, el chaufa de Julio Barco y la iguería seca del flaco Ribeyro. Vivir en el Perú es aceptar con amargura sus grandes brechas y huecos, sus eructos y suspiros detenidos. Es pensar en volver del Pedrito Suárez bajo el árbol solitario del silencio. El Perú es el viejo Haya con los bolsillos vacíos frente al edificio de Odebrecht. El Perú es la adulteración de la medicina y el arroz. Es un mendigo legañoso sentado en un banco mundial.

El Perú no tiene solo sicarios en el muladar de los llorosos, sino en el establo que algunos llaman Congreso. En el Perú hay grafitis en los baños y en el Palacio de Justicia. Aquí se celebran los acuerdos entre chaveteros y políticos. Aquí se subastan las ideologías y las sentencias. En el Perú se vive con un megáfono en solitarias plazas públicas. Tú lustras zapatos con saliva seca y te tomas un emoliente cruzando los brazos para siempre. Aquí la clase política huye espantada del discurso del Politeama. Se esconde en la propia sombra sin fecha de vencimiento. Aquí los chorros de pus caen amablemente en la piel fujimorista. Aquí se escucha a Chacalón, Chachito y Centeno. Aquí se discute cuándo se jodió el Perú.



Si somos ciudadanos sin república, si nuestra diversidad es una bendición o maldición o si yo nací un día que Dios estuvo enfermo. Aquí en octubre no hay milagros y los inocentes de Reynoso están en todo Lima, orando por sus nombres en la siempre gris y lluviosa esquina. En el Perú hemos democratizado el roba pero hace obra y el mal menor es el padre nuestro de cada cinco años, ensuciándonos los dedos en tinta china. En el Perú nos han saqueado nuestra fe, nuestra dignidad. Se roban la luz, el agua, las pensiones y las ideas.

El Perú es Paco Yunque entrando a clase, Emilio esperando y Julio sin movilidad escolar a solas y sin permiso. Aquí mismo el hambre de los perros hambrientos y románticos. Aquí nos huelen las axilas, las putas trabajan con rufianes melancólicos y el borracho canta solo un bolero legendario de Iván Cruz al compás de un ladrido ronco y austero de un perro vagabundo que nunca encontró a su dueño.

En fin, ¿qué celebramos? La caída libre de un país que entierra sus emociones en una fosa común y canta el himno nacional a la mitad. Celebra y piensa lo que tú quieras. Escribe lo que sientes, que el Perú es más que sus problemas. Que yo soy un aguafiestas profesional y un pesimista resentido. Pero yo vengo del realismo social y mi patria son mis amigos, mi mujer, mis hijos y mis libros, mis padres, mis alumnos y los silencios nobles de una noche inconclusa y además de los silbidos de una tarde cuando alguien me buscaba. Un gran abrazo.

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