Escribe: Lucho Caro
Con un discurso leído que se extendió por más de cuatro horas, y en medio de un aplastante 97% de desaprobación, Dina Boluarte dirigió su último mensaje a la Nación. En él tuvo el descaro de minimizar las más de 50 muertes ocurridas durante las protestas en los primeros meses de su gobierno, tras la destitución de Pedro Castillo en diciembre de 2022. Estas muertes, que reflejan un profundo descontento social, parecían ser sólo cifras para ella, como si no afectaran a las familias dolientes.
Mientras el país se ahoga en un mar de violencia y desconfianza, se atrevió a comparar su gobierno con el de países como Cuba y Venezuela, como si su gestión no estuviera llevando al país a un camino igualmente oscuro. Su retórica sobre «estabilidad» y «liderazgo» es tan vacía como su capacidad para conectar con el pueblo, que la interrumpe con gritos de «¡asesina, asesina!» en un acto que retrata su desconexión total con la realidad.
En un intento de proyectar una imagen de fortaleza, olvidó que el verdadero liderazgo no se trata de ignorar el sufrimiento ajeno. Afirmó, con una convicción que sólo ella entendía: «no tenemos el rabo de paja», como si eso pudiera borrar las huellas de su gestión. Se jactó de un crecimiento económico proyectado entre el 3.1% y el 3.5%, como si eso fuera suficiente para tapar el hambre y la frustración de un pueblo que apenas sobrevive. ¿Acaso el crecimiento económico es un bálsamo para las familias que lloran a sus muertos?
Así, en esta tragicomedia política, la presidente de los relojes de alta gama continúa actuando en un escenario donde el dolor ajeno es sólo un telón de fondo para su relato de «logros»
En otro momento de su paporreta (aunque ni eso pudo hacer), destacó la «solidez» de nuestra moneda y un control de la inflación que, según sus proyecciones, se mantendría baja hasta el 2026. Pero estos resultados son más gracias al trabajo técnico del Banco Central que a cualquier esfuerzo de su administración. Se monta en burro ajeno nuestra «madre».
Entre otros puntos, también anunció inversiones en infraestructura y el acceso al gas natural para miles de hogares, como si esas promesas pudieran borrar la desesperanza acumulada en su gestión. Más de 550 millones de dólares en gas natural son un buen titular, pero ¿quién se siente realmente beneficiado mientras la violencia y la extorsión siguen siendo las verdaderas protagonistas de la vida cotidiana?
Así, en esta tragicomedia política, la presidente de los relojes de alta gama continúa actuando en un escenario donde el dolor ajeno es sólo un telón de fondo para su relato de «logros». Al final del día, su discurso no fue más que un insulto a la inteligencia de un pueblo que clama por justicia en lugar de palabrerías vacías. Habló de muchas cosas más en su extenso discurso, pero no vale la pena mencionarlas, ya que son más de lo mismo. Es irónico pensar que, en su intento de deslumbrar, se ha convertido en una experta en el arte de la repetición vacía.





