domingo, diciembre 28, 2025
Buen Par, el podcast de Conexión Norte
InicioOpiniónMi inocuo arte poético

Mi inocuo [ens]arte poético

¿Qué es la poesía? ¿Qué es un poema? ¿Cuándo estamos ante un buen poema? ¿Qué requisitos debe exhibir un buen poeta? ¿Todo lo que se publica en poesía es, en verdad, poesía? Robert Jara hilvana algunas ideas a manera de entrevista o, quizá, el sueño de una entrevista.

No sé si la entrevista que comparto a continuación fue real o ficticia; eso sí, lo dejo en claro, por más que he tratado de extirpar el dilema, no he podido.

Si fue real, no tengo más evidencia circunstancial que la presente transcripción, que, por cierto, no recuerdo haberla escrito, pero descansa burlonamente entre los archivos de mi computadora; si fue ficticia, no tengo más que las imágenes fragmentarias de un sueño borroso, lo que me ha impedido reconocer al amable entrevistador; lo de amable lo digo porque solo eso explica el que le dedicara su tiempo a un escribidor de versos, casi anónimo, como yo; situación que, valga la verdad, no ha cambiado demasiado. Lo que sí sé es que al fin me he animado a profanar esta pretenciosa entrevista, lanzarla a la calle, hundirla en los curiosones ojos; total, todo escribidor de versos ya sea de modo consciente o no, escribe bajo los preceptos de su propio o plagiado (ens)arte poético, dogal sojuzgador e invisible, desde el cual, también, valora implacablemente a sus pares.

Claro, alguien diría, solo para aguarme la fiesta, pero con razón: si la entrevista hubiera sido real, estaría publicada en algún medio, ¿no? Pues sí, pero puede que, mi amable entrevistador, antes de publicarla, fue tragado por un huayco o se arrepintió, quién sabe, por ejemplo. 

He aquí mi perorata juvenil:

—¿Qué es un poema?

—Qué no es, primero, un simple amasijo de palabras y/o ideas; qué sí es, segundo, una mariposa o una avispa que el poeta pretende atrapar con palabras —Y en este sentido, el poema resulta ser una pretensión pura, y el poeta, un ser puramente pretensioso—, es un ser intenso más que extenso; denso más que ligero; económico, susceptible y renuente al cambio o eliminación de palabras.

—¿Qué ingredientes considera necesarios para crear un buen poema?

—Un nítido telón de fondo o atmósfera, una generosa dosis de carga emotiva y una oficiosa técnica literaria. Por supuesto, la simple acumulación de estos ingredientes no garantiza nada, pero sientan las bases para crear un poema que sea una fuente de ondas emocionales que irradia en frecuencias especiales.



—¿Cómo sabe usted que ha dado con un buen poema?

—El principio de presunción de excelencia poética me niega dicho conocimiento.

—¿Qué expresa el principio de…?

—Algo cuasi obvio, en realidad. Que, así como el borracho cree que baila lindo, el poeta cree que escribe lindo. Y tiene sentido: ¡el poeta valora su poema a la luz de los preceptos de su arte poético! Lógica infalible, ganadora.

—Pero debe haber algún modo de saberlo o, aunque sea, intuirlo.     

—Quizá, cuando el poema es un badajo y yo una campana, cuando el poema es una mano y yo una guitarra; ah, y si es ajeno, cuando me emborracha de envidia.

—¿Envidia?

—Envidia. ¡Me carcomen las ganas de yo haberlo creado!

—¿Poema sencillo o complejo?

—Poema complejo. Pero ojo, no me refiero al poema cuya complejidad surge de acumular palabras cultas, rebuscadas, exóticas; sino, a la que surge de la propia interacción de las palabras, del propio “hilvaneo” del poeta. Un poema altamente complejo podría ser creado, incluso, solo de palabras comunes o trilladas.

—¿Y por qué este privilegio?

—Porque el poema complejo a diferencia del sencillo le exige al lector algo más: elevarse cognoscitivamente; le exige, conseguir, primero, la llave de acceso. Esta condición o requisito inicial juega en contra del poema, ya que el lector conformista cae fácilmente en la tentación de calificarlo de malo; y, claro, de malo al poeta; pues, le resulta más cómodo concluir que el poema es malo en vez de aceptar que la llave de acceso le ha sido esquiva. Lamentablemente, solo con la llave en mano, el lector podrá entrar al poema y tentar el goce estético. Dicen que lo alcanzado con esfuerzo y crecimiento es doble triunfo.



—¿Dice usted que el poema es un objeto entrópico?

—Desde el punto de vista espacial, temporal, energético y emocional, sí.

—Le afloró el físico matemático…

­—Sí, perdón. —sonrisas—. Solo digo que, por ejemplo, así como hay poemas buenos creados en un tiempo muy breve; hay poemas malos creados en un tiempo muy largo…

—Sigo extraviado…

—Solo digo que el poema en sí no guarda información que dé cuenta del tiempo invertido en su creación; es imposible a partir del poema mismo saber si fue creado en un minuto o en un par de años, de un solo tirón o de quinientos; así como tampoco, si fue creado en un cerro o a orillas del mar, con poquísimo o muchísimo esfuerzo, riendo o llorando.

—¿Pero es esto acaso relevante?

—¡Por supuesto! El poema debe valorarse por sí mismo, todo lo demás es accesorio, anecdótico; en suma, extraliterario. —Gracias, poeta.

“¿Poeta?

             Solo si pariéndote logro parirme a mí mismo

¿Poesía?

             ¡Oh fugaz matrimonio imposible divorcio!

             ¡Oh espantapájaros

                   cigarrillo de versos

                   adorable espejismo

                   aberración entre tu ojo y mi ojo! ¡Entrañable calco!

¿Auto alcanzarme? ¡Qué atrevido!

¿Atrapar la utópica (sin)risa en el intento? ¡Qué vano!¿Atrapar la luz o la oscuridad en un verso? ¡Qué tonto!

spot_img
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -
Google search engine
spot_img

ÚLTIMAS NOTICIAS

spot_img

Comentarios recientes