Escribe: Omar Aliaga
Tanto Salim Vera como Toño Jáuregui, los dos puntales de la banda Libido que tenían una relación hasta hace poco irreconciliable, llevaban tiempo mirando el asunto de reojo. Como si se tratara de una versión ‘lorcha’ de los hermanos Gallagher (aunque Salim y Toño no son exactamente hermanos), ambos se lanzaban palabras punzantes, mientras corría paulatinamente el rumor de un reencuentro.
La fórmula es ampliamente conocida en el pop y el rock: los dos miembros más estelares de una banda que se odian tras haber sido amigos del alma y casi hermanos, pero que dejan una pizca de esperanza para un futuro de reconciliación.
Y la razón casi siempre (por no decir siempre) es la misma: el dinero.
Y así fue. Solo que, digamos, Libido usó una estrategia eficaz y no muy vista por estos lares. Claro, estamos hablando de la que es probablemente la banda de rock más exitosa y estelar de estos últimos tiempos. Había ahí un margen amplio de maniobra.
Tocada en el Kennedy
El jueves 29 de enero, en las tempranas horas, una publicación en Instagram encendió a los seguidores de la banda y al público en general. Era una fotografía de dos vasos de café y con ella Salim Vera y Toño Jáuregui señalaban que harían un importante anuncio a las 6 de la tarde de ese mismo día.
Ya todo estaba coordinado, desde luego. La municipalidad de Miraflores había dado el visto bueno y hasta lo anunció con un banner. Todo era propicio: la esperada reunión de los miembros originales de Libido era un hecho.
Y quedó totalmente corroborado cuando salieron al escenario montado en el Parque Kennedy de Miraflores.
Ese jueves 29 empezaron tocando la canción Como un perro, la que les abrió las puertas en su carrera. Continuaron con En esta habitación, ese hit radial del año 2000. Culminaron con Tres, otro tema que sonó mucho en MTV en aquella época. Los fans no lo podían creer. Gozaron de este pequeño concierto masivo gratuito, y no faltó el abrazo de Salim y Toño para dejar atrás el pasado reciente.
Salim, Toño, Manolo y Jeffry volvían a tocar juntos por primera vez en 20 años.
A la altura de su historia
Si algo ha caracterizado a la banda desde su inicio es su profesionalismo y su ambición. Desde su estética y herramientas de marketing, además de su sonido, Libido buscó descollar en una escena rock nacional caracterizada por talentos mayormente aún anclados a la esencia subte, a esa suerte de romanticismo under.
Digamos que Libido fue ambicioso porque quiso jugar con las reglas del negocio y se propuso vivir de su música, sin complejos. En un inicio la crítica nacional no le era del todo favorable, en parte debido a que empezaba a cosechar éxito y seguidores como ninguna banda esmerada y entrañable de nuestro rock. Se la acusaba (directa o indirectamente) de superflua y poco original.
Pero Libido entonces no solo empezó a sonar en las radios, sino que escaló a otros niveles inéditos para nuestro rock. Se puede decir que triunfó en MTV, en una época en que esa cadena de televisión tenía aún influencia en el pop rock del continente.
Y ahora su relanzamiento, este reencuentro, ha estado justamente a la altura de ese historial. Libido aprovechó la emoción del momento y lanzó su concierto reunión. La fecha elegida es el 6 de julio y el escenario el Estadio Nacional, todo un reto para un grupo de rock peruano.
Y bien, Libido empezó a dar pasos a la altura de ese desafío. Acaban de agotar las entradas de preventa, un hecho de por sí histórico, por lo que la posibilidad de que logren un lleno total no es descabellada. Sería otro hito para la banda, sin ninguna duda.
