sábado, noviembre 23, 2024
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Día del Padre: La conmovedora y eterna carta de Bartolomeo Vanzetti a su hijo antes de morir en la silla eléctrica

Bartolomeo Vanzetti, junto a Nicola Sacco, fueron dos anarquistas condenados injustamente a la silla eléctrica en EE. UU., en el año 1927. Vanzetti le dejó una carta de despedida a su hijo que hasta ahora sigue conmoviendo al mundo por su profundo mensaje.

Los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti se convirtieron en mártires tras haber sido condenados a muerte en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927. Ambos desataron un movimiento mundial que desnudó un sistema judicial corrupto, prejuicioso, xenófobo y racista que conmovió los cimientos de uno de los pilares democráticos americanos: el de un poder judicial independiente.

Ambos, inmigrantes italianos y obreros, fueron condenados a la pena de muerte por el presunto robo a mano armada y asesinato de dos personas en 1920 en South Braintree, Massachusetts.

Fue una condena injusta, como lo demostraron las evidencias en los años posteriores. En 1977, el gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, hizo una declaración diciendo que Sacco y Vanzetti fueron injustamente enjuiciados y encarcelados y que «cualquier deshonor debería ser para siempre borrado de sus nombres».

En ese tiempo, los anarquistas eran un peligro latente por sus revueltas y sus ideas. Sacco y Vanzetti fueron parte de ese movimiento obrero. Y sus nombres quedaron para la posteridad.

Fue Batolomeo Vanzetti quien, además, dejó un mensaje inmortal a su hijo, a manera de despedida. Antes de morir en la silla eléctrica, Vanzetti dejó esta carta, un maravilloso regalo de un padre a un hijo, y que a continuación reproducimos:

“Querido hijo mío, he soñado con ustedes día y noche. No sabía si aún seguía vivo o estaba muerto. Hubiera querido abrazarlos a ti y a tu madre. Perdóname, hijo mío, por esta muerte injusta que tan pronto te deja sin padre. Hoy podrán asesinarnos, pero no podrán destruir nuestras ideas. Ellas quedarán para generaciones futuras, para los jóvenes como tú. Recuerda, hijo mío, la felicidad que sientes cuando juegas, no la acapares toda para ti. Trata de comprender con humildad al prójimo, ayuda a los débiles, consuela a quienes lloran. Ayuda a los perseguidos, a los oprimidos. Ellos serán tus mejores amigos. Adiós esposa mía. Hijo mío. Camaradas”.

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