En los años 90, Carlos Manrique Carreño fugó del país y se convirtió en el hombre más buscado por la justicia peruana. Se le acusaba de fraude, cuyas víctimas eran miles de personas.
Manrique Carreño nació en Cusco, en 1936. Estudió en la entonces Escuela Normal de Varones (ahora Universidad La Cantuta). Quienes lo conocieron sostienen que era muy astuto y tenía ascendencia sobre los demás.
Sus dotes de liderazgo y poder de convencimiento los utilizó para crear el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (conocido como CLAE), que daba asesoría en administración de empresas. Sin embargo, como el negocio no le era rentable, Manrique incursionó en el esquema piramidal.
Millonarias ganancias
“Cheverengue”, como se le conocía a Manrique Carreño, se ganaba la confianza de sus clientes (empleados públicos, jubilados y exoficiales de las Fuerzas Armadas) atendiéndolos personalmente. Éstos valoraban ese trato directo y a ojos cerrados entregaban los ahorros de su vida. Manrique les prometía ganar jugosos intereses. Se dice que prometía ganancias mensuales de hasta 13 % y anuales de 100%.
Se cree que durante los años que operó CLAE, movió cerca de 650 millones de dólares, de los que no se rindió cuenta al Estado peruano.
La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) inició una investigación contra CLAE en 1992 y la disolvió al no poder acreditar las inversiones. Manrique pasó la clandestinidad y luego huyó a Estados Unidos. Un año después fue detenido por la Interpol en Miami en 1994.
Los clientes nunca recuperaron sus ahorros.
Soy inocente
Carlos Manrique siempre negó que haya estafado a sus clientes. Cierta vez declaró: “Hasta que se intervino la empresa nunca hubo una sola queja, siempre cumplimos, porque creo que llevó ese afán de trabajo que tiene todo peruano”.
Lo que nunca dijo fue que CLAE no tenía un fondo de respaldo para garantizar que los ahorristas no pierdan todo su dinero.
“Cheverengue” fue condenado a ocho años de prisión y salió libre en 2001. Sus ex clientes se resignaron a la pérdida de su dinero, pero no faltaban quienes, cuando lo encontraban, le gritaran “¡Regresa la plata!”.
Se calcula que desapareció el dinero de más de 250 mil personas y se le acusó de ser el autor de la mayor estafa financiera en la historia del Perú.