Escribe: Omar Aliaga
A pesar de que Keiko Fujimori no ha ganado una elección presidencial, es decir, a pesar de que no ha gobernado estos años oficialmente el Perú, la verdad que ella y el fujimorismo en general han estado siempre ahí, dentro del núcleo del poder, cogiendo la sartén por el mango con una poderosa mano amiga, sin importar quién sea esta.
Así fue como nació, primero, el llamado «fujiaprismo». Se dio en el segundo gobierno aprista, el de Alan García II, cuando el partido liderado por Keiko Fujimori apoyó a dicho gobierno desde el Congreso (Keiko Fujimori fue congresista en ese periodo) en una alianza de facto que se mantuvo muy sólida en los siguientes años. Muchos proyectos de ley, blindajes y apoyos recíprocos entre sus líderes se vieron en varios años.
En los años más recientes, en estos dos últimos años, digamos, nació otro mote llamativo: el «fujicerronismo». Este nació debido a la flagrante unión de intereses que se ha visto entre los de Perú Libre, de Vladimir Cerrón, y Fuerza Popular, de la señora Keiko.
De la boca para afuera, ambos se jactan de estar en las antípodas, pero a la hora de los votos, los amarres y enjuagues, se hermanan. Aquí no hay reparos ideológicos. Todo vale con tal de sacar adelante leyes para sus amigos y sus conveniencias, con tal de eliminar a a los oponentes políticos.
Ellos son quienes en realidad tienen el poder. Como lo hemos dicho antes, Dina Boluarte es la secretaria.
Pero ahora podemos añadir un nuevo término: el «fujiacuñismo».
Este quedó ratificado en la última elección de la Mesa Directiva del Congreso, cuando se hizo bastante notorio el pacto entre ambas fuerzas políticas para poner al apepista Eduardo Salhuana como presidente del Legislativo, y a la fujimorista Patricia Juárez como vicepresidenta.
Y hay otro ingrediente más, como para que no queden dudas de esta amalgama de acuerdos debajo de la mesa. Medios periodísticos revelaron que los allegados apepistas de Luis Valdez, que dirige APP a nivel nacional y es querido por César Acuña como un hijo, tramitaron en el Congreso el cuestionado beneficio de la pensión vitalicia a Alberto Fujimori. Favor con favor se paga.
Y aunque Eduardo Salhuana haya salido a tratar de dorar la píldora tratando de barajar una posible suspensión de la pensión a Fujimori, porque les está amargando el estómago por el tremendo roche, la verdad es que la alianza de facto entre el fujimorismo y el acuñismo apepista va viento en popa. Ellos son quienes en realidad tienen el poder. Como lo hemos dicho antes, Dina Boluarte es la secretaria.