viernes, septiembre 20, 2024
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De Fujimori a «Los Pulpos»

Los medios se escandalizan por la apología al delito que se habría dado en el concierto de Chacalón Jr. en Trujillo, pero ¿cómo calificamos lo que hicieron periodistas, líderes de opinión, empresarios y políticos ante la muerte de un hombre que gobernó el país y que fue condenado por asesinato y corrupción?

Escribe: Omar Aliaga

Una noticia ha escandalizado a los medios de todo el país: en un concierto de chicha de Chacalón Jr. apareció el logo de «Los Pulpos» en la pantalla gigante del escenario y hasta le mandaron saludos a los miembros de esa banda criminal. ¿Cómo era posible esto? ¡Apología al crimen!, gritaban en letras altas.

Y, claro, hay una evidencia de apología al delito aquí. O quizás sea una forma de congraciarse con el grupo criminal que domina Trujillo y que es capaz de hacerles estallar el escenario y cerrar cualquier intento de espectáculo.

Pero, pregunto yo: ¿Qué cosa hicieron esos mismos medios nacionales la semana pasada con la muerte de Alberto Fujimori, el presidente que se convirtió en autócrata y fue condenado por asesinato y corrupción? ¿No fue acaso una suerte de apología?

Por supuesto que Fujimori gobernó el país, se sentó en Palacio de Gobierno, y tiene logros innegables en materia económica y lucha contra el terrorismo que muchos peruanos y muchas peruanas aún agradecen. Pero, ¿cómo se le dice a quien comete delitos, a quien es condenado a la cárcel por cometer delitos? ¿No se convierte acaso en un delincuente y en un criminal?



Porque las buenas obras o los aciertos de una persona que delinque, la eficiencia y buena ejecución de algún aspecto del trabajo que le compete a una persona que delinque, no la libra de sus fechorías y su condena. Ni siquiera el indulto por temas humanitarios otorgado (humanidad que el régimen del señor Fujimori no tuvo con las víctimas mortales, a quienes nunca pidió perdón).

Se puede entender el silencio respetuoso ante la muerte de un expresidente (y exdictador) y sus deudos. Es lo que corresponde en una sociedad civilizada y democrática. Pero otra cosa es alabarlo a plenitud, rendirle honores de héroe, rendirle pleitesía, arrodillarse ante su sepulcro como si se tratara de un santo patrón. Y eso es lo que muchos medios nacionales, líderes de opinión y otros personajes ligados al empresariado y la política hicieron de modo bochornoso.

¿Con qué autoridad condenamos ahora a Chacalón Jr. y su gente?

Es más, quizás Chacalón Jr. y su gente tengan hasta un atenuante. Quizás sea peor la apología a Fujimori. Porque es muy probable -eso lo dirán las investigaciones- que lo ocurrido en ese concierto de chicha responda al miedo, a la amenaza explícita y la extorsión. En cambio, lo de Fujimori fue espontáneo. Les salió natural a muchos ser apologistas del delito.

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