Escribe: Robert Jara
Érase una vez un pueblo llamado Omnep, en la costa norte del Perú. Érase una vez un lugar poblado de algarrobos donde vivía una comunidad de indios, desde hacía siglos, arropado en sus propias tradiciones y costumbres, arropado en su propia cultura. Fue sobre la base sociocultural de esta comunidad de indios que un 15 de abril de 1550 el capitán español Francisco Pérez de Lescano fundó Tambo Real de Pacasmayo.
El año 1560, una década después de la fundación, don Francisco Pérez de Lescano trajo a Omnep, Tambo Real de Pacasmayo, desde Extremadura, España, una réplica de la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Guadalupe en cumplimento de su promesa que le hiciera por haberlo salvado de la muerte segura en la ciudad de Trujillo.
El año 1565, a causa de un terremoto, Tambo Real de Pacasmayo, fue reubicado en Anlape, lugar que reposa en faldas del cerro Namul. Por aquellos años, ya, debido a la popularidad y trascendencia de la sagrada imagen y sus milagros, Tambo Real de Pacasmayo, por uso y costumbre de los lugareños empezó a llamarse Asiento de Nuestra Señora de Guadalupe, nombre que con el correr del tiempo dimanaría en Asiento de Guadalupe, simplemente.
El año 1619, a causa de otro terremoto y una posible plaga de langostas, Asiento de Guadalupe, fue reubicado en otro lugar, cerca de una acequia; ese lugar y su población, al poco tiempo pasó a llamarse, simplemente, Guadalupe. Y ese Guadalupe, compueblano, es nuestro Guadalupe actual, este pueblo pujante al que abrazamos con cariño.
Eso sí, compueblano, si bien en nuestro imaginario colectivo aquel lejano 15 de abril de 1550 se consigna como la fundación de Guadalupe, es necesario aclarar en memoria y tributo a Omnep, pueblo que preexistía a la llegada de los españoles, que el 15 de abril de 1550 lo que realmente aconteció fue la fundación formal de Guadalupe, la fundación española; léase y escúchese bien: es-pa-ño-la; pues, la simple mención de este adjetivo implica algo importante y reivindicativo: el no desdeñar, el no olvidar que nuestra historia como pueblo no empieza el 15 de abril de 1550, sino que se hunde y pierde dignamente en los milenios.
Hoy, a 473 años de la fundación española de Guadalupe, no hay mejor modo de celebrar que exhortando a las autoridades y ciudadanos a aceptar que Guadalupe no es solo el centro, que Guadalupe es el centro y todos sus centros poblados: Ciudad de Dios, Pakatnamú, Limoncarro, Villa San Isidro, Mariscal Castilla, La Calera y Semán. Que nos tenemos que integrar y trabajar sin complejos de superioridad, sin mirar por sobre el hombro, en aras de que Guadalupe, tierra milenaria, con identidad, y sus 40,000 habitantes ávidos de progreso, deje de ser un pueblo proyecto y se convierta en pueblo realidad.
¡Viva Omnep!
¡Viva Tambo Real de Pacasmayo!
¡Viva Asiento de Nuestra Señora de Guadalupe!
¡Viva Asiento de Guadalupe!
¡Viva Guadalupe y sus 474 años de fundación española!