Escribe: Jorge Tume
Era la víspera de la Noche Buena del 2023, un hombre vestido con casaca color verde militar con capucha y pantalón negro entró al patio de comidas del enorme centro comercial Mall Plaza y disparó a mansalva. Mató a Hugo Chávez Loyola, (a) Virolo, integrante de la temible banda ‘Los Pulpos de la Cruz Verde’.
Dos días después, el 25 de diciembre, luego de un operativo donde participó el propio alcalde Arturo Fernández, la Municipalidad Provincial de Trujillo clausuró por 30 días el centro comercial. Luego, el “Loco de Moche”, sin mayor remordimiento ni consternación por la grave situación de delincuencia, se fue a recibir el año nuevo en las cálidas aguas de Punta Sal.
Según informó la misma comuna, el Mall Plaza incurrió en una serie de faltas que atentan contra la seguridad de los ciudadanos y el medio ambiente; entre ellas, la mala gestión de residuos sólidos y un riesgo eléctrico. Los fiscalizadores encontraron instalaciones eléctricas y cableado en mal estado. Es decir, no sustentaron el cierre por la falta de seguridad ante atentados criminales.
La empresa presentó una demanda de amparo contra la Municipalidad. Argumentaba que el cierre era un acto arbitrario y sin fundamentos legales. “El centro comercial subsanó las observaciones menores levantadas por la autoridad, las que, en ningún caso, ameritaban el cierre”, indicó el Mallplaza.
El 8 de enero del 2024, la Municipalidad de Trujillo dio luz verde para la reapertura del centro comercial, pues habían levantado las observaciones.
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La cacería continuaba
En ese mismo contexto, el 29 de diciembre del 2023, la municipalidad provincial, luego de una inspección, decidió cerrar el otro enorme centro comercial de Trujillo: el Real Plaza.
Nuevamente apuntaron sus cuestionamientos al sistema eléctrico. Nunca se habló de infraestructura. A lo mucho, un figureti Eduardo Liu, gerente de Seguridad Ciudadana, hizo un show para evidenciar la falta de ambulancia. El funcionario de Arturo Fernández fue hasta una escalera eléctrica y fingió un accidente, y de inmediato reclamó una ambulancia. En medio de su «show», desde el centro comercial le pusieron a disposición una unidad. Al gerente no le quedó más que subir a la unidad.
Finalmente, el 5 de enero, el centro comercial reabrió sus puertas. Por medio de un pronunciamiento, señalaron que la comuna había hecho “observaciones menores” y que estas habían sido “levantadas tras una segunda inspección realizada por el municipio a solicitud nuestra”. “Se constató el perfecto estado de todas nuestras instalaciones, especialmente las que se refieren a la parte eléctrica de nuestro centro comercial”, aseguraron.
Efectivamente, un emocionado Liu, que en esos tiempos se dejaba humillar públicamente por Arturo Fernández, declaró: “Se ha podido observar la buena voluntad de esta empresa, Real Plaza, que ha subsanado sus observaciones. Así que hoy se ha dado la disposición de que ya no hay más observaciones y todo esto continúa como antes”.
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Violador de normas
En esos momentos tensos, otro bochornoso hecho involucraba al vacado alcalde Arturo Fernández.
La Policía Nacional, Fiscalía y Prefectura decidieron suspender un concierto de cumbia que, en plena Plaza de Armas, se realizaría por la Independencia de Trujillo.
Lejos de asumir su responsabilidad por no contar con las autorizaciones para la seguridad de este evento, Fernández se burló de las autoridades y azuzó a la población, desde el balcón del municipio, a que no deje que se suspenda el evento. Un desatado Fernández –a través de un megáfono– retó al jefe de la Divincri, coronel PNP Javier Méndez. “Ven sube solo”, le dijo.
No contento con el bochornoso episodio, Fernández también ordenó cerrar las puertas de la municipalidad para que las autoridades no ingresen. Algunos periodistas fueron agredidos por sus simpatizantes.
Las burlas del alcalde de Trujillo hacia las autoridades, como también la falta de permisos, no impidieron que el evento se desarrolle. Arturo Fernández subió al escenario entre empujones de las autoridades, agrediendo a la prefecta Carolina Velasco. Luego cantó como un desaforado.
Es decir, por un lado exigía el cumplimiento de las normas, y por otro, las violaba.
Su hermano Valentín Fernández, ex alcalde de Nuevo Chimbote, está prófugo luego de que le dictaran prisión preventiva, acusado del delito de asociación ilícita para delinquir. Su padre y su hermana también están investigados.
El show del «Loco de Moche»
Arturo Fernández en ningún momento cuestionó la reapertura de los centros comerciales que había cerrado. Ni hizo cuestión de estado. A pesar de que dijo que eran «una bomba de tiempo». ¿Por qué no hizo la denuncia respectiva? ¿Por qué no cuestionó a sus funcionarios?
Casi un año después, a pocas horas del derrumbe del techo del patio de comidas del Real Plaza, desde la clandestinidad se quiso erigir de héroe. Y muchos cayeron en sus mentiras.
“Es lamentable lo que estamos pasando. Trujillo y el Perú están de luto. Espero que las autoridades recapaciten, porque yo me enfrenté ante las coimas, la corrupción, de lo que vienen haciendo las municipalidades, las gerencias, en este caso de Defensa Civil. Muchos estuvieron en mi contra, hasta congresistas, hasta denunciado estoy; por eso estoy en la clandestinidad en este momento”, fueron sus primeras palabras.
Esta es una mentira. No está en la clandestinidad por alguna denuncia de los centros comerciales. Es reo contumaz por no asistir a la audiencia sobre una denuncia por difamación presentada por el exdirector del Proyecto Huacas de Moche, Ricardo Morales Gamarra. Ya antes había sido condenado a un año de prisión por difamación agravada contra la teniente de la Policía Nacional Nataly Rojas.
En otra parte, el prófugo, dice: “Pero ahí está el resultado, el resultado que los coimeros han dado licencia; el resultado de que no se fiscaliza a los grandazos”. ¿Se refiere a sus propios funcionarios que permitieron la reapertura de los centros comerciales?
A Arturo Fernández, Trujillo lo recordará por su “mucho ruido y pocas nueces”. O por sus huacos con falos descomunales. Privilegiaba el escándalo, antes que las buenas obras; la difamación, al debate alturado; la humillación a sus trabajadores, al trato digno. Odia a César Acuña, pero trabajó para él como subgerente de salud; y luego fue elegido alcalde de Moche, con el mismo partido de Acuña.
También se le recordará por pertenecer a una cuestionada familia. Su hermano Valentín Fernández, ex alcalde de Nuevo Chimbote, está prófugo luego de que le dictaran prisión preventiva, acusado del delito de asociación ilícita para delinquir. Su padre y su hermana también están investigados.