El pastor Chiribaya, una raza canina ancestral originaria de la cultura Chiribaya en Moquegua, ha sido oficialmente reconocida por la Federación Canina Americana. Este logro destaca el papel de estos perros en la sociedad preincaica, donde eran esenciales para el pastoreo de llamas y alpacas, pilares de la economía de los antiguos peruanos.
Sin embargo, este reconocimiento ha sido aprovechado por la congresista liberteña Magaly Ruiz Rodríguez, quien enfrenta acusaciones por presunto recorte de sueldo a trabajadores de su despacho en el caso conocido como “Mochasueldo”.
Protagonista
Ruiz, militante de Alianza Para el Progreso (APP), ha anunciado la promoción de una ley para declarar al pastor Chiribaya como Patrimonio Natural y Cultural de la Nación, generando críticas sobre sus intenciones y el momento elegido para impulsar esta iniciativa.
En redes sociales, Ruiz publicó: “¡Amigos, apoyemos mi proyecto de ley para declarar al pastor Chiribaya como Patrimonio Natural y Cultural de la Nación! Lo presenté en 2024 y aún está pendiente de aprobación”. Mientras tanto, la congresista continúa siendo investigada por la Fiscalía, lo que ha generado dudas sobre la autenticidad de su compromiso con esta causa.
La doctora Sonia Guillén, experta en antropología funeraria y directora del Centro Mallqui, ha destacado el valor histórico del pastor Chiribaya, calificándolo como un “héroe olvidado” en el desarrollo ganadero andino. Guillén subraya que, a diferencia de otras culturas como la Moche, que sacrificaban perros en rituales, los Chiribaya honraban a estos animales, enterrándolos con mantas y alimentos para acompañarlos en su viaje al más allá.
Mientras el pastor Chiribaya recibe el reconocimiento que merece, la controversia en torno a la congresista Ruiz pone en evidencia las contradicciones entre el legado cultural y las acciones políticas.