Escribe: Lucho Caro
Es inadmisible que la municipalidad se erija como el principal obstáculo para la tercera edición de la Feria Internacional del Libro de La Libertad. Este evento, que debería ser un escaparate del talento local, está ahogándose por restricciones absurdas y una gestión manifiestamente incompetente.
El reciente cambio de fecha a última hora, impuesto por la municipalidad bajo el pretexto de que ya hay otras actividades programadas, ilustra claramente la falta de seriedad. La Cámara del Libro se ha visto obligada a reprogramar el evento del 29 de mayo al 9 de junio debido a esta decisión unilateral e irresponsable, que refleja un desprecio hacia la cultura y el esfuerzo que implica organizar un evento de esta magnitud.
En primer lugar, los argumentos presentados para negar el uso de la plaza Mayor fueron francamente risibles. La afirmación de que la feria genera congestión vehicular y las críticas hacia la supuesta falta de actividades culturales en las ediciones anteriores, fueron sólo excusas que evidencian un profundo desconocimiento sobre el impacto positivo que este evento tiene en nuestra ciudad. La congestión es un problema que puede ser gestionado, pero no a expensas de sacrificar la promoción de la lectura y la cultura.
Los improvisados que tenemos como autoridades deberían dejar de ser un obstáculo y convertirse en verdaderos aliados de la cultura. ¿Es tan difícil?
A pesar de que la feria se llevará a cabo en la plazuela El Recreo, las exigencias absurdas continúan. Mauricio Málaga, presidente de la Cámara del Libro, ha denunciado el maltrato que sufren por parte de la municipalidad, que exige documentos inalcanzables a tan sólo una semana del evento. Esta desconfianza injustificada hacia los organizadores es absurda, estúpida.
La falta de compromiso de la municipalidad no sólo perjudica a los organizadores, sino que también atenta contra la cultura de Trujillo. Los improvisados que tenemos como autoridades deberían dejar de ser un obstáculo y convertirse en verdaderos aliados de la cultura. ¿Es tan difícil?
La cultura merece apoyo, respeto y acción. Trujillo no puede permitirse seguir sufriendo un retroceso cultural, a donde ha llegado desde que César Acuña y sus «gallos», uno de ellos Mario Reyna, llegaron al poder.