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Gloria Montenegro y APP

Gloria Montenegro formó parte de ese APP emergente que llegó con el eslogan del Gran Cambio. Su estilo frontal y férreo la llevó hasta el escenario nacional, hasta que un día se separó de Acuña y su partido. Más allá de los pasivos que se le pueden achacar, ¿tiene hoy APP alguien que se le acerque siquiera?

Quizás algunos hoy no lo puedan imaginar, pero hubo una época en que Gloria Montenegro Figueroa era el principal pararrayos de Alianza Para el Progreso y de su líder, César Acuña. Fue cuando APP emergió como la gran fuerza política que destronó al Apra en su bastión, Trujillo, cuando mucha gente acogió el eslogan del Gran Cambio tras el dominio aprista de décadas en su sólido norte.

Gloria Montenegro era un titán: lenguaraz, frontal, se batía contra los «zorros» políticos del Apra en Trujillo, actuaba como si lo suyo hubiese sido siempre la esgrima en las sesiones de concejo, al que llegó por primera vez cuando Acuña ganó a la alcaldía de Trujillo en la histórica elección de noviembre de 2006.

Por ello, en aquel entonces, en Diario Correo, el grupo de periodistas veinteañeros que le gustaba hacer travesuras desde la columna llamada «Chiquitas», le pusimos a Montenegro el apelativo de «La Dama del Hierro de APP», en alusión a la que consideramos su símil en el Apra: Miriam Pilco. Algo que a Montenegro no le gustaba, desde luego, porque la solo mención del partido de la estrella parecía escocerle.

Aunque ella, como también Pilco, llegó a ser alcaldesa de Trujillo; por sucesión en este caso.

Alguna vez, el apacible José Murgia, harto por las críticas férreas de la entonces apepista, la llamó «la cancerbera de Acuña».

Por eso, a muchos nos pareció un paso natural ver a Gloria Montenegro convertida en congresista después. Parecía estar hecha para esas lides del debate y la controversia con lengua afilada.



Instalada en el escenario nacional de la política (llegó a ser ministra), un día renunció a Alianza Para el Progreso. Quienes seguimos la política desde aquí sabíamos que era algo inevitable, pues hacía rato que Montenegro estaba alejada de APP, tanto en el discurso como en la convivencia con los nuevos miembros de ese partido.

Y es que, como le ocurrió al Apra, APP se convirtió en una oportunidad fallida. Solo que su desmoronamiento moral fue más acelerado.

Gloria Montenegro perteneció a ese inicio de APP, emergente, con gente que por lo menos podía dar pelea política, con algo de solvencia, digamos. He leído por estas horas críticas contra ella y expresiones sobre cuestiones que se le pueden señalar como pasivos en sus gestiones. Nadie está libre de eso y ella tampoco. Pero vale preguntarse: ¿Qué nuevo «valor» del partido de Acuña puede acercarse a Montenegro en términos políticos? ¿Juan José Fort? ¿Martín Namay? ¿Esos alcaldes distritales que apenas pueden hilvanar una oración errática?

Montenegro pasó estos últimos años criticando a Acuña y APP. Dijo en algunas entrevistas últimas que ese partido se había inundado de corrupción. Y no solo eso: Montenegro remarcó que APP había superado, en ese rubro, al Apra.

Ese apepismo emergente y novedoso proclamó que había llegado al poder para cambiar lo hecho por el Apra. Pero se traicionaron. Y eso lo supo muy bien al final Gloria Montenegro.

Que descanse en paz.

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