sábado, mayo 24, 2025
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Trujillo, la ciudad del desastre

Para el autor de este artículo, "si APP pasa a la historia de la ciudad, será en un tomo más de la Historia de la Corrupción del Perú. Será recordado como el partido más nefasto y como el principal responsable de la destrucción de la ciudad".

Casas apuntaladas. Veredas llenas de grietas. Pistas con cráteres como un paisaje lunar. Jardines de las avenidas convertidas en enormes letrinas. Rejas mal diseñadas para proteger lo que no necesita proteger, sino puesta en valor. Una carretera al principal balneario de Trujillo y al aeropuerto como una campaña para las peores prácticas en gestión de vías. Un muelle emblemático de la ciudad hundida en el océano. No es un paisaje apocalíptico ni una escena de El Eternauta o del Planeta de los Simios, sino es lo que ha quedado convertida una de las ciudades más importantes del país. En una ruina catastrófica.

Pero colocar la frase “en lo que ha quedado convertida” es un eufemismo, porque en sí, la frase que se ajusta más a la realidad, es en lo han convertido, porque esta catástrofe tiene un nombre: Alianza para el Progreso. Un nombre irónico para un partido que ha convertido la política en un círculo del infierno dantesco, donde decenas de oportunistas se disputan un pedazo del bien público para su propio beneficio, sin importar a quiénes dañan, incluso sin importarles que la ciudad, o la región, no solo sea la representación de la decadencia urbana, sino que se convierta en un reguero de sangre. Este partido odia a la ciudad, la región y al Perú.



Como una colonia de parásitos, APP ha ocupado todo lo que toca. Se ha expandido rápidamente como una enfermedad, colonizando los gobiernos locales y en las instituciones públicas, desde donde socavan cualquier atisbo de institucionalidad para torcerla a su favor. Ha parasitado los organismos de control. Por eso no hay casi ningún acusado por la destrucción de la ciudad, por las obras mal hechas. Ningún acusado por haber cedido una parte de Huanchaco, bajo falsos argumentos y sin importarles destruir la Máquina de Arcilla, única obra de land art en el Perú, del artista Emilio Rodríguez Larraín.

Si APP pasa a la historia de la ciudad, será en un tomo más de la Historia de la Corrupción del Perú. Será recordado como el partido más nefasto y como el principal responsable de la destrucción de la ciudad. Será una versión realista —y grotesca– de de Las Mil y Una Noches, donde Alí Babá es un personaje de baja estatura y sin escrúpulos, cuya mezcla de poder político y económico lo ha envanecido. Un Alí Babá que navega en un océano de podredumbre junto a sus secuaces, mucho más numerosos que los cuarenta ladrones, a quienes, con astucia, terminó robando.  

La gran pregunta es si lograremos sacudirnos de estos parásitos a corto plazo. Porque, lamentablemente, el clientelismo y la política de la dádiva siguen funcionando en una ciudadanía que no conoce otra opción que esperar a que alguien los saque de la miseria. Pero ese “alguien” termina siendo siempre el mismo que los hunde. Como el muelle de Huanchaco, cuyas columnas de hierro resistieron por décadas los embates del tiempo, pero no pudieron resistir los embates de la corrupción, la desidia y la ineficiencia.  Un símbolo de todo esto es una simple letra: la A, y su lema, “Cambio con rumbo”, que parece tener un solo rumbo: el desastre.

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