Escribe: Eliana Pérez Barrenechea
Terminamos el primer mes del año con récord en homicidios en La Libertad. En un solo día de esta semana, los sicarios asesinaron a tres personas en las provincias de Trujillo y Ascope. El diagnóstico es grave y la respuesta de César Acuña, principal autoridad política de la región, es burlarse de esta realidad, respaldando a un inútil en el cargo de ministro del Interior, mientras organiza una marcha por la paz para la platea.
Acuña le toma el pelo con descaro a la población, y hace parte de este show a alcaldes, policías, funcionarios, que diligentes participan de su farsa. Los hemos visto en su marcha, acompañándolo, tomando la palabra desde el estrado, balbuceando algunas consignas populistas y ridículas, mientras corre la sangre de los 28 asesinados en el mes de enero en la región.
¿Qué hacemos? Acuña y sus autoridades funcionales no sólo dejan que la región se desangre, sino que sobre esa desgracia hacen proselitismo.
Sus “estrategas políticos” pensaron en todo para la gran marcha con la que intimidará a las bandas criminales. No se les olvidó invitar al cura para que bendiga el circo, ni regalar los polos con propaganda acuñista, ni obligar a funcionarios y a empleados públicos a marchar con globitos.
Sin embargo, la convocatoria fue un fiasco. Sólo aseguraron la participación de personas condicionadas por el clientelismo apepista, como algunas organizaciones sociales y vecinales. Pero eso no importó, porque el clientelismo también alcanza para varios medios locales, que en sus redes sociales difundieron el evento como propagandistas del GORE. Así de diverso es el clientelaje: para fulanos hay polos; para menganos, puestos de trabajo, y para zutanos, publicidad estatal.
¿Qué hacemos? Acuña y sus autoridades funcionales no sólo dejan que la región se desangre, sino que sobre esa desgracia hacen proselitismo, gastando dinero de nuestros impuestos. Bien por el grupo de ciudadanos que hicieron una contramarcha rechazando la gestión apepista, denunciando el pacto de cogobierno entre Acuña y Boluarte. Esa voz debe hacerse escuchar cada vez más alto, hasta las urnas.
