lunes, septiembre 16, 2024
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Ahora que embargan mi casa

Hace pocos meses, Parix Cruzado ofreció 'Ahora que embargan mi casa', un ensayo sobre el proceso de asimilación ante la pérdida de un bien inmueble, donde da rienda suelta a su pensamiento y, cómo no, a la poesía.

Escribe: Jorge Flores Chávez

En nuestra ciudad poco se cultiva este género. Quien sabe porque se trata de una labor minuciosa y pesada. Para ser tal, no puede ser un acopio de datos sobre un tema. Se necesita que el tema sea una verdadera novedad.  

Este ensayo es sobre el proceso de asimilación ante la pérdida de un bien inmueble con un posicionamiento filosófico controvertible, pero sumamente interesante. Una casa donde el autor ha tenido muchas experiencias, como todos nosotros. Quien puede negar que perder una casa es perder parte de tu alma.

Leer este ensayo me lanzó a El coronel no tiene quien le escriba quien hasta el final de la historia cree en un milagro y trata de sobrellevar su dignidad y la de su hijo muerto exageradamente responsabilizada en los gastados espolones de un viejo gallo de pelea.

Parix no espera ese milagro, la acepta. Solo que, para iniciar ese desapego doloroso, la analiza en la poesía de grandes literatos que metaforizaron sobre su casa.

El trabajo consta de 7 apartados, no sé si con intención cabalística.

En Preludio, nos enrostra un poema donde el autor se sincera y nos declara las manchas de sangre y muerte que la casa tiene. Que cada espacio de ella, conserva un fantasma que la tocó y que aun vive en su memoria. También aprovecha este apartado, para analizar que la sordidez de la posesión de la casa nace con sus abuelos y habrá de ahondarse con la de su padre y que, si el bien la pierde él, no lo hace por algún fin mezquino, sino en aras de ayudar a su hermana. Finalmente nos plantea su objetivo de exorcización poética que tiene.

En La Casa en el pensamiento del hombre, Parix inicia brindando el momento crucial en que el hombre abandona la cueva e inicia el tránsito de toda civilización como son los asentamientos humanos civilizatorios. Da unas pinceladas breves sobra datos científicos y recurre al libro sagrado para analizar ese designio sagrado del hogar y todos sus significados. Supongo que si hubiese recurrido al descubrimiento de Caral y las consecuencias que este evento está trayendo al mundo, su aporte hubiese sido más sustanciosos. Por ejemplo, qué filosofía permite vivir mil años de mil en forma pacífica, por qué no hubo discriminación por género u opción sexual. Qué significó para nuestros ancestros la distinción entre casa privada y casa pública. ¿Por qué lo monumental se construyó con aportes voluntarios y no con sangre y esclavitud como en el resto del mundo? 

En La casa preservada, La casa derruida, el autor no regala textos completos de solvente cultura interpretativa de muchos escritores como: Vasko Popa, Emily Dickinson, Vladimir Mayakovski, Antonio Gamoneda, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, José Watanabe, Javier Heraud, Gastón Bachelard. Todos colaboran con el autor en brindarle su experiencia y sensibilidad sobre su casa. César Vallejo nos dice que “Las casas nuevas están más muertas que las viejas// porque sus muros son de piedras o acero, pero no de hombres” Watanabe nos encajona en el cerebro que cada familiar muerto tiene un espacio dentro de la casa. Como en una escalera ante los rayos del sol: ”Las almitas sentadas ahí descansaban// como al borde de un abismoy a veces nos miraban// como si nosotros fueramos el abismo”  Y Javier Heraud  suplicante plantea: “ No derrumben mi casa vieja//Había dicho// No derrumben mi casa”

En La casa vacía, el autor recurre a ideas planteadas por la biblia y sus autores evangélicos, Jorge Teillier, Sócrates, Jesucristo, Manuel Scorza, Rafael Aguirre, Zygmunt Bauman, Ludwing Wittgenstein y Eric From para fundamentar que toda casa vacía posee cierta humanidad por el acto de convivencia de los seres humanos. Me quedo con el fundamento de From: “Con respecto al amor, apenas hay empresa humana que comience con tantas esperanzas y acabe con tantos fracasos”.

En La casa embargada (Posludio) en un arrebato de poética sinceridad nos cuenta la sordidez sobrellevada en su infancia y nos regala texto épicos como:

“Recuerdo a Luchito, Nariz de zapato, así le llamaban en el mundo del hampa. Compartimos muchas partidas antes de su muerte, que aconteció en la carretera Panamericana. Él iba en un auto con sus cómplices cuando hicieron caso omiso a un alto de la policía de carreteras. Estaban fuertemente armados y en eso se basó su confianza para huir. El hecho de poseer estas armas también los incriminaba, así que decidieron darse a la fuga; se inició una persecución y la policía hizo disparos contra el auto de los delincuentes. Uno de estos tiros le destapó los sesos a Luchito”. Por supuesto existen muchos detalles sórdidos, pero no puedo ser demasiado infidente.

En Selección de poemas, nos brinda poemas que le sirvieron y también otros referidos siempre a una casa que son una delicia leerlos completos. Lo único que lamento es que el poema Mi casa es una mujer del Poeta autodidacta de Piura José María Gahona de su poemario Transparencias, no haya pasado por el cedazo culto de Parix:

Mi casa es una mujer con falda de esteras// blusa de cartones// y extremidades de algarrobos//cuando la lluvia estropea su traje de reina// de los tugurios//le crecen heridas en medio de los setentamil poros//al ganar el sol// en las copas de los árboles// ella pone a solear sus zandalias de arena// y deja transitar las lagartijas//por su cabellera de costales//y ordena que los niños salgan a recibir// la luz del día.  

Solo termino diciéndoles, en silencio; es un libro solo para seres duros o a punto de endurecerse, no se pierdan este cojonudo ensayo.

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