Escribe: Omar Aliaga
Durante más de una semana, en esos días previos a que Paolo Guerrero diera el sí definitivo a los Acuña y a la Universidad César Vallejo, el nueve histórico de la selección peruana hizo bailar marinera al periodismo trujillano y nacional.
De la revelación bombástica del anuncio de un acuerdo inminente, la prensa pasó a la confirmación de que Guerrero se ponía la camiseta de Vallejo. Luego una nueva confirmación. Al día siguiente, se negaba lo antes afirmado, y ahora resultaba que Paolo no iba ya por Vallejo, se caía el fichaje. Pero, finalmente, vino otro giro, y esta vez sí: nuestro Guerrero ya era ‘poeta’.
Sí, los hizo bailar marinera trujillana en tiempos en que la marinera se estuvo bailando de modo oficial en Lima.
Pero el asunto es que ya está. O Guerrero chegou. Trujillo ya tiene su Guerrero. Guerrero ya es poeta. Y todas esas huachaferías que nos gusta tanto a los periodistas usar como titular cuando estamos ante un acontecimiento que nos doblega.
Y, desde luego, lo de Paolo Guerrero nos doblega porque es histórico. No solo para Trujillo, que ya es bastante, si no para el país. Escuchaba recién que unos comentaristas de un programa dominical limeño lo ponían a la altura de la llegada del brasileño Didí a la liga peruana, hace décadas. Sí, a la altura del fichaje de un campeón del mundo.
Una vez César Acuña dijo que la UCV, el club, era el juguete más caro que le había costado para su hijo Richard Acuña. Por estas horas Richard está exultante, con el juguete engrandecido.
Fue un ‘Acuñagol’
No podemos ser mezquinos: los Acuña se hicieron un porotazo, ha sido un golazo este fichaje. Con o sin intención, además, terminaron desplegando una operación de marketing que puso al club en los medios nacionales y en todas las plataformas por una semana entera. Y ahora lo pondrá en los focos nacionales e internacionales.
Eso sí: si el fichaje se caía, como fue también posible en el algún momento, la operación habría sido la pompa desinflada más rochosa de nuestra historia futbolística. La Vallejo y los Acuña estuvieron entre el cielo y el infierno por detalles nomás. Para decirlo en términos futbolísticos: hicieron un golazo con una pelota que chocó en el palo y luego fue a la red; y ese balón estuvo cerca de rebotar en el palo y no entrar.
Pero entró. “¡La tocó!”, tal como lo gritó Ramón Quiroga cuando justamente Guerrero anotó, con la complicidad del arquero colombiano Ospina, ese gol que nos llevó al repechaje y que nos abrió las puertas al mundial de Rusia, al cual finalmente clasificamos.
El fichaje del ‘Depredador’ fue algo similar. Estuvo ahí, y por poco no fue gol.
El juguete más caro de Richard
Una vez César Acuña dijo que la UCV, el club, era el juguete más caro que le había costado para su hijo Richard Acuña. Por estas horas Richard está exultante, con el juguete engrandecido como un artefacto naranja que ahora podrá dar más plata como cancha.
Porque la tremenda inversión para contratar a Guerrero, con ese sueldo de más 120 mil dólares, tendrá seguramente sus réditos muy pronto. Paolo vino a jugar y a tratar de poner a Vallejo en el sitial que el club espera hace tiempo, pero también vino a vender camisetas, a encarecer las entradas y a llenar el Mansiche (tal es la paradoja), a ponerle su cara de mestizo power peruano como imagen estelar de la universidad de los Acuña, y a convertirse también, digamos, en el nuevo y máximo trofeo de este clan del empresariado y la política desde el norte.
¿Un shámbar, Paolo?
No sabemos si nuestro nueve histórico comerá su shámbar cada lunes al mediodía; si comerá las papas rellenas de Huanchaco mientras pasea por el muelle; si se dará su vuelta por el Mall Plaza; si se parará un día en el mismo lugar de la plaza de Armas que ocupaba el tiburón o el cóndor en tiempos recientes de locura municipal, para tomarse fotos con el respetable. Tampoco sabremos si le terminarán haciendo, al término de su aventura vallejiana por estos lares, una estatua dorada como se la hicieron al dueño de la UCV…
Pero lo cierto es que Trujillo cobijará durante los próximos meses al peruano más ilustre del mundo de fútbol de los últimos tiempos. Será nuestro vecino, oigan. Y eso es una buena noticia por todo lo que generará (incluso en el plano económico), en medio de tantas malas noticias que nos caen hoy como lluvia copiosa de Fenómeno del Niño.