Escribe: Jorge Tume
Dentro de poco se le otorgará el grado de Doctor Honoris Causa, la máxima distinción que otorga una Universidad, al poeta más bravo de todos los tiempos: César Vallejo. Lo hará la Universidad Nacional de Trujillo donde estudió y dio sus primeros pasos a la genialidad inmortal.
Sobre este hecho, que las autoridades universitarias han calificado de “histórico”, se han levantado voces entusiastas que lo consideran una “reivindicación” al hijo ilustre de Santiago de Chuco.
Pero también hay quienes han soltado la carcajada y desdeñado el acto, por considerarlo “innecesario”, “tardío”, “oportunista” y hasta “huachafo”. Esto lo he comprobado indagando opiniones entre gente de literatura. Como siempre, estas voces se pierden en el anonimato, en el cuchicheo, en el temor a quedar mal ante la masa o ante el amigo.
Yo tengo una opinión. Y esta es, que Vallejo no necesita un Honoris Causa. Ya Vallejo está en la más alta cumbre de la poesía y sin ser doctor es objeto de estudio en varias universidades de prestigio, a nivel mundial. En pocos años nadie recordará el hecho “histórico”, y solo quedará en el recuerdo de quienes, seguramente, inflando el pecho, se tomarán la foto “para la posteridad”. Porque no olvidemos que en el Perú existe la mala costumbre de rendirle homenaje a los difuntos para que se luzca el “homenajeador”.
«Vallejo no necesita un Honoris Causa. Ya Vallejo está en la más alta cumbre de la poesía y sin ser doctor es objeto de estudio en varias universidades de prestigio, a nivel mundial».
Sin embargo, el acto se dará y hay que respetarlo. Aquí es donde me atrevo a proponer el verdadero homenaje que Vallejo necesita de su Universidad. Más que un Honoris Causa, se debe instituir la Cátedra Vallejo en los claustros de la UNT. Tengo la esperanza de que el rector ese día anuncie (no de palabra, sino con la formalidad correspondiente) que a partir del 2025 todo aquel estudiante que tenga el alto honor de estudiar en la casa de Bolívar y Sánchez Carrión, llevará dentro de su plan de estudios la Cátedra Vallejo.
¿Por qué la Cátedra Vallejo en la UNT? En primer lugar, porque es una vergüenza que hasta ahora no exista. Otras universidades del mundo la tienen y la suya no. Y, principalmente, para estudiar y difundir la obra de nuestro poeta. Que su legado sirva para insuflar un alto sentido humano, estético, y de compromiso social, a los futuros profesionales. En estos tiempos es de vital importancia. Y también para que la Universidad, a través de Vallejo, se proyecte a la comunidad. ¿Saben nuestras autoridades universitarias que muchos estudiantes solo conocen a César Vallejo de oídas? ¿Existe una ruta Vallejo en la UNT? ¿Cuántos libros o ensayos sobre Vallejo ha proyectado la Universidad?
Qué genial sería que se cree la Escuela de Literatura de la UNT. Qué hermoso sería que la Universidad convoque a concursos, premios o becas sobre la vida y obra de Vallejo. Qué fenomenal sería que ella publique libros fundamentales sobre lo mismo. Qué valioso sería que el Centro de Estudios Vallejianos tenga un local propio, de la misma Universidad, con bibliografía especializada y auditorio para eventos. Qué grandioso sería que la Universidad tenga, en Santiago de Chuco, un colegio experimental de primer nivel, bajo la égida del autor de Trilce.
Supongo que el día de la investidura póstuma, el Fondo Editorial de la UNT repartirá una edición crítica o comentada de “El romanticismo en la poesía castellana”, tesis que sustentó Vallejo en 1915 para optar su grado de bachiller. O una buena edición de su poesía completa. Mínimo, ¿no? De lo contrario, Vallejo, al recibir su doctorado, les dirá: Murió mi eternidad y estoy velándola.