A propósito de la clase sobre Hamlet –la obra más tarantinesca de Shakespeare–; teorizando sobre el concepto de Arquetipo desde la filosofía platónica donde lo perfecto habita el mundo de las ideas, que se imitan desde la imperfección en las cosas o formas del mundo exterior, material; el nuestro. Pienso en el mito de la caverna, el de sus Diálogos. Siempre me disperso en filosofía, cuando leo Género Dramático.
Esta vez no tanto pensé en el espectro del rey de Dinamarca, el príncipe Hamlet, su madre Gertrudis, su tío y padrastro Claudio, su suicida amor Ofelia y su asesino, Laertes. Me ocurrió algo extraño… Al llegar a casa se me vino un esquema de cuento, inspirado en la tragedia:
La dueña se llama Gertrudis, tiene 35 años, mató a su marido para quedarse con sus bienes, ahora se acuesta con el novio de Mara, quien le ha contado lo que su noviecita planea hacerle.
El cuento ya tiene un personaje principal y un narrador omnisciente o tercera persona. Un atiborrado profesor de literatura en plenos trámites debe viajar por la ciudad en autobús. En una parada conoce a la estilista Mara, que lo invita a hacerse una manicura. Absurdo acto de marketing o por otro lev motiv; acepta. Mientras le ejecutan la limpieza de uñas, Mara le revela las atrocidades que planea para la dueña del local donde trabaja, junto a sus compañeras de labores, que lo son también de la compañía de teatro. Todas parecen estar oyendo el diálogo. Son adictas a Shakespeare. Discuten, ahora sobre si la técnica narrativa de la “caja china” está presente en la obra “Hamlet” o no, justo cuando los cómicos interpretan el envenenamiento del rey por su hermano y si es un “monólogo” o un “soliloquio” el aclamado y fascinante discurso sobre “ser o no ser” del príncipe Hamlet frente a Ofelia. Todo será una tragedia, morirán envenados como quería el antipático de Claudio, ríen. La dueña se llama Gertrudis, tiene 35 años, mató a su marido para quedarse con sus bienes, ahora se acuesta con el novio de Mara, quien le ha contado lo que su noviecita planea hacerle. La dueña, apropósito, no llegará esta noche; así que pueden beberse el vino dulce, que está en el minibar hace semanas…





