miércoles, julio 3, 2024
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«Creía que sin el APRA Trujillo sería otra ciudad, pero terminó la era aprista y vino algo peor»

Domingo Varas Loli, intelectual trujillano que radica en Madrid, España, estuvo este último año en nuestra ciudad y, antes de regresar al país ibérico, presenta este sábado la reedición de su libro "La polifonía en La guerra del fin del mundo", un ensayo sobre la gran novela de Mario Vargas Llosa. Conexión Norte lo entrevistó.

Entrevista: Omar Aliaga

Domingo Varas Loli es un intelectual genuino, periodista y docente, escritor y lector voraz, que volvió cual hijo pródigo a Trujillo tras vivir unos años en Madrid, España. Pero su retorno no ha durado mucho, o quizás ha durado más de lo que él mismo esperaba. Ahora está nuevamente alistando maletas para volver al país ibérico.

Se formó en las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo, pero su gran vocación estaba en la literatura. Terminó dedicándose al periodismo desde muy joven, haciéndose responsable de la edición regional del diario La República. Ha sido colaborador del suplemento dominical del diario La Industria, docente universitario, crítico, analista, lector a tiempo completo. Y, por supuesto, vargasllosiano impenitente.

Tal es así, que su libro «La polifonía en La guerra del fin del mundo», un profundo ensayo sobre la gran novela de Mario Vargas Llosa, tiene una reedición que se estará presentando este sábado 2 de marzo a las 7 p.m. en Trujillo, en el Centro Cultural del Banco de la Nación. Este hecho ha sido el pretexto perfecto para la entrevista que a continuación podrán leer.

¿Cuánto tiempo has estado acá, en el Perú, en Trujillo, desde que regresaste?

Bueno, exactamente un año.

¿Un año se cumple?

Un año que ha transcurrido como si fuera una exhalación.

¿Ah, sí? ¿Se te ha ido muy rápido?

Muy rápido. No lo he sentido. Ha transcurrido el tiempo de una manera vertiginosa.

¿Y esto por qué dirías?

Diría porque este es un país lleno de sorpresas. El Perú es un país lleno de sorpresas. Como dice el dicho popular: si Kafka nacía en el Perú hubiera sido un escritor costumbrista. Es un país lleno de sobresaltos, entonces aquí uno no termina de maravillarse o de deslumbrarse frente a la realidad.

No te aburres. Parece que la realidad incluso desafía la imaginación de los que escribimos ficción, ¿no?

La realidad es una cantera de temas realistas maravillosos.

¿Después de cuánto tiempo regresaste exactamente?

Bueno, después de 3 años.

¿Y te fuiste antes de la pandemia, verdad?

Si, poco antes de la pandemia. Dos semanas antes…

¿Con relación a como lo dejaste, qué cambio encontraste en el país?

Una sociedad con sus luces y sombras, como siempre. Bueno, me llamó la atención el uso de nuevas tecnologías bancarias como Yape, que no existían antes. Pero por otro lado en la cuestión moral, ética, una degradación permanente, más veloz que nunca.

¿Eso has encontrado acá: una degradación moral?

Degradándose más, hacía un final ya irreversible, o sea, como si estuviéramos en un país en el borde del precipicio, rodando al precipicio.

¿Qué es lo más grave que encuentras en ese aspecto? Porque a veces en el Perú no nos damos cuenta, pero cuando vas a un país, como en tu caso a España, un país de primer mundo, nos damos cuenta. ¿Qué es lo más grave?

La desintegración y la falta de sentido de la autoridad. Nosotros no tenemos sentido del otro, no tenemos empatía, no tenemos sentido del bien común. Tú ves algo en la esquina y lo destrozas porque es de todos y es de nadie a la misma vez, entonces no hay sentido del bien común. Por ejemplo en España, te doy un ejemplo, cuando hubo la pandemia, el hombre más rico de España, que se llama Amancio Ortega, que es dueño de una cadena hotelera, le dio llave al presidente para poner a disposición todos sus hoteles y así hacer centros hospitalarios, o sea, la burguesía española se jugó el todo por el todo. Acá los ricos del Perú hicieron más negocio que nunca. Allá el pueblo a mediodía salía a cantar el himno de España, se sintió un sentimiento de identidad. Aquí no tenemos sentimiento de identidad.

Pareciera que cada vez nos odiamos más en realidad.. por nuestras diferencias políticas, culturales…

Las diferencias, en lugar de que sean acicate para la riqueza, la inventiva, la originalidad, nos lleva a eso. Nosotros las diferencias las estamos procesando negativamente para autodestruirnos, diferenciarnos, discriminarnos. Mientras no haya un sentimiento de identidad que se llame Perú, entonces no hay esperanza.



Y en el caso de Trujillo, la ciudad donde tú te has desarrollado, has hecho vida profesional, intelectual durante tanto tiempo, ¿cómo la has encontrado y qué podrías decirnos?

Bueno, me da muchas esperanzas encontrar un Trujillo con un ambiente cultural rico, conmovido, intenso y diverso también.

A pesar de que no hay apoyo público…

Es un buen síntoma…

Digamos por las inquietudes privadas, ¿no?

Por generación espontánea, no por una política pública, y eso es saludable pero al mismo tiempo también es una gran incógnita de a dónde va esta generación, porque veo que al mismo tiempo que hay un afán de notoriedad, de visibilidad, noto que no hay un compromiso con la tradición, o sea, no hay un enlace con el pasado.

Por ejemplo, con el Grupo Norte.

Exacto. Yo me acuerdo que cuando empecé a cultivar el conocimiento y a ampliar mi cultura, yo empecé a estudiar a la generación de atrás, quise saber quiénes me habían precedido, porque yo soy uno más que viene a continuar una cadena cultural.

¿Piensas de alguna manera que se está llevando el “parricidio” a la historia de alguna manera?

No, ni parricidio, qué bueno fuera que hubiera parricidio, porque eso significa superar al otro, conocerlo bien a fondo y superarlo, tratar de mejorarlo. El parricidio es un acto de inventiva, de creatividad.

¿Esto es más como una especie de ignorancia?

Es una ignorancia disfrazada de heterodoxia, de vanguardia, una falsa vanguardia y eso es preocupante, se puede tratar de un crecimiento sobre un pantano. No hay nada estable.

¿Has tenido la oportunidad de interactuar con la nueva escena cultural trujillana?

He ido a unas actividades, pocas, pero la mayor parte la he intentado de ver como un observador externo, he tratado de mantener una cierta objetividad para no contaminarme de subjetividad. He tratado de ver como un francotirador, pero es un sentimiento ambivalente que tengo: por un lado esperanza, de ver que hay cosas que se están renovando y que es muy necesario, pero por otro lado cierto escepticismo. No veo esa conexión con la tradición.

Ampliando el tema cultural a toda la sociedad trujillana y liberteña, justamente estamos en una época en la que no se sigue la tradición: Trujillo ya no es el Trujillo de hace 20 años, ha cambiado mucho.

Esa ruptura, esa tradición, esa renovación, esa vanguardia sin lazo con la tradición es un arma de doble filo porque podríamos llegar a la desidentificación, o sea perder la identidad. Entonces tenemos que tener mucho cuidado.

¿La sociedad trujillana cómo la ves hoy?

¿Existe la sociedad trujillana? Yo creo que es una entelequia, acá hay un conjunto de pobladores, un conjunto de desconcentrada gente que comparte un territorio. No veo un proyecto de ciudad. Si tú ves, Trujillo no ha tenido un crecimiento planificado, la ciudad ha crecido irregularmente, sin planificación. Entonces, eso se nota en la arquitectura, somos un país desorganizado, desarticulado.

Domingo, tú has hecho análisis político aquí en Trujillo durante años, has sido columnista en La Industria, en otros medios también has estado presente, has visto lo que ha ocurrido hace 30 años, 40 años, cuando el APRA reinaba. ¿Te atreverías a buscar a un responsable de lo que pasa ahora en el poder?

Yo soñaba que cuando se acabe la hegemonía del APRA en el poder haya un cambio positivo, pensé que Trujillo iba a ser otra ciudad. Se terminó la era del aprismo y vino algo peor, o sea estamos en un camino de decadencia que no tiene fin, porque el aprismo dio origen al acuñismo y el acuñismo es una versión aprista pero para peor.

Es que el APRA tenía algún componente intelectual por lo menos.

Y era un movimiento orgánico, más o menos orgánico, institucional. El acuñismo es una dictadura personal.

Y donde prima el tema del dinero, ¿no?

Y después de Acuña, el vacío que es Arturo Fernández. Es el sin retorno, es la caída libre. La sociedad dispara a líderes y entre tantos críticos aparecen estos personajes.

Pero Fernández encarna a mucha gente que vive en Trujillo. Hay mucha gente que se siente identificada con él. Hasta ahora hay gente que lo defiende.

Sí, pero Fernández es la expresión, es la anomia en estado puro, es la sociedad sin reglas, es la jungla, es el retorno a oscurantismo, a la sociedad tribal.

Pero eso significa que hay personas en Trujillo que también sufren de esa anomia. Muchos lo eligieron y aún se identifican con él. ¿Qué piensas?

Pienso que hay que hacer una reforma política, por ejemplo el voto debe ser voluntario, eso del voto obligatorio me parece una tontería porque al final los que votan son los sectores más desconcertados, más irreflexivos.

¿No crees que si el voto es voluntario, quizás la clase «más pensante» es la que menos ganas va a tener de votar?

Bueno, es que el problema es que estamos en un círculo vicioso. La crisis es moral, política, social, institucional, religiosa, educacional, económica. La crisis es total, la crisis no es una dimensión de un sector, es una crisis orgánica.

¿Le ves salida? ¿Hay luz al final del túnel, Domingo?

Yo creo que sí, porque seamos positivos, los países no desaparecen, se reinventan para bien o para mal, pero siguen en la cartografía política. Tiene que surgir una nueva clase. 

No hay nuevos liderazgos tampoco, nos hemos quedado huérfanos con respecto al liderazgo.

Sí. Si tú comparas con los líderes de hace 20 años, la diferencia es enorme, ahora no tenemos gente que pueda articular un discurso de 5 minutos. Antes teníamos grandes oradores.

¿La gente realmente busca esos discursos hoy? Habría que también ver eso…

Por eso te decía lo del círculo vicioso. Exacto. ¿Cómo romper ese círculo vicioso? Ahí sí ya no tengo respuesta.



¿Qué de bueno ves en la literatura de los últimos años en el Perú? En general, en Trujillo, La Libertad, Perú…

En Trujillo por ejemplo la variación de narradores, eso para mí es una novedad absoluta, no había una tradición de narradores. El único narrador que yo recuerdo que era una promesa, y una promesa que nunca se llegó a concretar: Santiago Merino. Se decía “ya viene la novela de Santiago Merino” y la gente decía: “Este huevón, ya cuándo sale…” Y nunca salió la novela de Santiago Merino, lo único que conocemos de él son sus cuentos con los que ganó el premio Copé; es un cuento hermoso, es un gran cuento. En Santiago Merino había un escritor de fuste, pero la sociedad peruana es generadora de fracasos.

Como el caso de «El profesor suplente» de Ribeyro.

Claro. Santiago fue uno de los que cayó víctima de eso.

Y en el ámbito nacional, uno tiene la impresión de que si bien hay escritores que conocemos sus nombres, parece que después de Mario Vargas Llosa, los que le siguen, no llegan ni a acercarse un poco.

Pasarán varios siglos para que nazca otro César Vallejo, otro Vargas Llosa. Las grandes figuras nacen cada cierto tiempo. Vargas Llosa es un ciudadano del mundo, un escritor cosmopolita que tiene un audiencia mundial. Justamente estoy escribiendo un artículo sobre «Piedra de toque», que es la columna de Mario Vargas Llosa. He descubierto las primeras letras de «Piedra de toque» que ni en España se conoce. Son 8 artículos que están en la biblioteca nacional desde el año 58. Vargas Llosa y la crítica española sostienen que «Piedra de toque» se empezó a publicar desde 1960. No es así. La primera «Piedra de toque» se publicó en el año 58, en un periódico que se llamó “La democracia”, un panfleto político y ahí hay 8 artículos muy interesantes del joven Vargas Llosa. Por ejemplo, en el que defiende el derecho a la violencia. En esos artículos, como todavía era un militante del marxismo, veía una solución violenta a los problemas del país.

Ahora se publica, justamente, la reedición de tu libro «La polifonía en La guerra del fin de mundo«, este ensayo sobre la que es para muchos la mejor novela de Mario Vargas Llosa. ¿Qué deben esperar los lectores con este libro?

Creo que cuando uno escribe debe hacerlo para cubrir una necesidad expresiva, y el lector es una presencia que sobreviene después de la presentación del libro. Creo que el lector debe llegar con la mayor inocencia posible a las páginas del libro Es un acto de comunión entre el lector y el libro. Yo espero que encuentren, primero que nada, una satisfacción íntima, el placer de la lectura. Es lo principal para mí. Y que encuentren algunas respuestas.

¿Dirías que es un libro especialmente escrito para vargasllosianos?

No creo que sea un libro solo para vargasllosianos. Es un libro escrito con la pasión de un lector dirigido a otro lector apasionado. Es un escrito sobre un libro que me ha deparado mucho placer, y con esto trato de ser grato con el autor y también con el lector en general. Trato de diseccionar un libro complejo, que es un desafío para el lector. Con esto trato de darle claves para su lectura.

«La polifonía en La guerra del fin del mundo» ha sido traducida al portugués, ¿qué significa eso para ti?

Me parece interesante que el libro haya sido traducido al portugués, pues como sabes la novela transcurre en el noreste de Brasil, en el siglo XIX, y me interesa por supuesto que los lectores brasileños entren en contacto con mi ensayo. La importancia que tiene La guerra del fin del mundo es que no aborda un tema coyuntural, sino que es un símbolo de lo que ocurrió en el pasado, lo que ocurre en el presente y lo que ocurrirá en el futuro. Yo lo considero un clásico vivo.

Domingo Varas entrevistado por el periodista Omar Aliaga.

Estás regresando ahora a España. ¿Te quedarás en Madrid de manera indefinida? ¿Cuál es tu plan?

Quiero vivir en un pueblito en la sierra, quiero comprar una casita en las faldas de un cerro y vivir ahí conectado con la naturaleza.

¿Esa es tu idea de vejez, digamos?

Si, tener mi biblioteca, mis libros clásicos, esenciales, los que son para mí porque para ser feliz no se necesita mucho, unos cuantos libros y un contacto con la naturaleza.

¿Mientras tanto estarás en Madrid?

Mientras tanto iré y regresaré, estaré como un gitano, peregrinando.

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