lunes, julio 1, 2024
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De algo hay que morir

¿Acaso los liberteños no sabemos cuidar nuestra salud? Los últimos reportes demuestran que la ciudadanía ha dejado de darle prioridad a la salud, como sí ocurría en tiempos de pandemia.

Escribe: Fernando Zárate (*)

Aún recuerdo las épocas de pandemia. Las personas andaban asustadas, cuidándose y resguardando a los demás integrantes de la casa. Nadie quería contagiarse, peor aún conocer qué desenlace tendría ese contagio. La salud había recuperado su protagonismo, las compras sin sentido se habían frenado y todos sólo hablaban de virus y desinfectantes. El dinero se acortaba y la incertidumbre iba creciendo. No se podía salir a trabajar y llevar dinero a casa. Tocaba ser sabios en la distribución del dinero.

Hasta enero de este 2021 se estimaba que el 54% de hogares priorizaba los gastos relacionados a salud. Sin embargo, después de la segunda ola de COVID-19 se calcula que el 11% ya empezaba a reducir su inversión en este rubro. Las cifras hoy en día han alcanzado los niveles prepandemia, mostrando a la salud ocupando un dignísimo tercer lugar en las prioridades de los peruanos, pero compitiendo curiosamente con los alimentos consumidos fuera del hogar, los que antes la superaban por un ajustado marcador.



Pero este aumento en importancia en el gasto va justificado por el mayor número de personas con problemas de salud en nuestro país. A fines al año pasado, se presentaron incrementos en el total de atenciones de consulta externa a los afiliados al SIS, siendo Junín, La Libertad y Lima las regiones que mostraron los números más altos. Otro dato a observar es que, dentro de las atenciones del año pasado en las EPS, las enfermedades más frecuentes fueron las rinofaringitis y rinitis agudas, la hipertensión arterial, la caries dental, la diabetes y las infecciones intestinales.

¿Y es que acaso los liberteños no sabemos cuidar nuestra salud? Conversaba la semana pasada con el decano regional del Colegio Médico y recalcó algo muy cierto: “La salud va de la mano con la educación”. Si la educación en el país es paupérrima, no podemos esperar algo diferente en la salud. La cultura de la prevención empieza en los hogares, con los padres que aplican buenos hábitos en la alimentación y la actividad física. Con hijos que ven en sus padres un modelo a seguir. No se le pide a un niño comer brócoli mientras su progenitor come despiadadamente una hamburguesa. “De algo hay que morir”, probablemente le dijo.


(*) Fernando Zárate es odontólogo egresado de la Universidad Nacional de Trujillo. Es asesor académico en Cortex. Conductor en programadas de salud de radio y medios digitales. Es docente de pregrado y posgrado. Gestor de servicios de salud. Comprometido con la promoción social de la salud oral.  

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