miércoles, julio 3, 2024
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De Pataz a Trujillo: la tragedia del oro y el dinero negro

La minería ilegal de Pataz y de otras zonas de la sierra liberteña mueve la economía de Trujillo desde hace años, dejando en el camino cadáveres regados a sangre y fuego, así como corrupción de mano en mano. Es una realidad que hoy nos golpea en la cara.

Escribe: Omar Aliaga

Esto no es ningún secreto: muchos negocios que se han abierto en Trujillo en los últimos años, entre locales de diversión, discotecas, restaurantes, grandes centros recreacionales, inversiones diversas del relax, entre otros, se han levantado con la inyección del dinero que proviene de la minería ilegal de la sierra liberteña, principalmente de la provincia de Pataz.

Es el oro que pasa por distintas manos, por manos incluso formales, y que termina alimentando las fauces del lavado de activos que, no nos engañemos, mueve nuestra economía local.

Es esa misma inyección de dinero negro la que hace resistencia en la dinámica económica, que hace que el movimiento financiero se mantenga mientras la recesión y la inflación nos azota. Lo que proviene de la sombra termina en algún momento iluminándolo todo. Lo negro se blanquea si pasa por los conductos (lavanderos) adecuados.

Pero el problema es que todo ello necesita de la comisión del delito, de la prioridad de la codicia sobre todas las cosas. Y por eso deja vidas ensangrentadas regadas en el piso trujillano y de Pataz.

El pecado original se dio así, según las versiones que ya muchos conocen.

Ante la invasión y los ataques de inescrupulosos en la zona minera de Pataz, los mineros informales, incluso los formales, contrataron (es un decir) delincuentes para proteger sus socavones. Ese fue el inicio de la aventura demencial. Como contraataque, los inescrupulosos, los que querían explotar desde la ilegalidad, también llevaron delincuentes. Estos malhechores eran llevados desde la costa, especialmente reclutaban a miembros de bandas temibles de Trujillo. Era predecible: trasladaron combustible para la explosión.

Vino entonces la guerra entre criminales, que pronto se dieron cuenta que podían aspirar a algo más que recibir pagos a cambio de sus trabajitos. ¿Por qué conformarse con esos pagos, si podían ser los verdaderos dueños del circo? Los criminales que provenían de Trujillo encontraron, literalmente, su mina de oro. Sacaron del juego a los mineros que antes los habían contratado para que hagan el trabajo sucio. Ellos eran ahora los dueños y los ejecutaron. Los asesinatos -algunos de ellos poco conocidos- empezaron a fluir.

El daño estaba hecho.

Y no sabemos si fue con intención o si se le ‘chispoteó’, digamos, pero el gobernador César Acuña dijo algo revelador el domingo pasado, cuando estalló la noticia de masacre en Pataz. Pidió a las empresas mineras formales de la zona que reflexionen sobre su decisión de contratar personas para la “seguridad”. Su hermano, el congresista Héctor Acuña, dijo algo parecido en un medio nacional después.



Por supuesto, para que todo esto haya ocurrido se ha necesitado la colaboración de ciertas autoridades corruptas.

El oro atrae la codicia de muchos, empezando por los delincuentes. Ese oro se convierte en dinero negro, en mucho dinero negro, dinero que compra impunidad, que rompe las manos, que controla a los llamados a controlar. Ya tuvimos a un general, Augusto Ríos Tiravanti, defenestrado por el escándalo de la Gran Fa, un caso de crimen y minería ilegal en el que está también involucrado un ex gerente regional de Energía y Minas.

Ese es el problema mayor. Por eso es bien difícil luchar contra el crimen organizado derivado de la minería ilegal.

Antes de la masacre de 10 trabajadores de minera La Poderosa en Pataz, apenas cuatro días antes, asesinaron a un padre de familia y sus dos hijos en urbanización El Bosque. Uno de estos hermanos era dirigente de las rondas campesinas en Pataz, donde el campo de batalla gira en torno al oro.

El asunto viaja de modo macabro desde la ciudad de Trujillo hasta los socavones de Pataz, y regresa hasta Trujillo. Es un ida y vuelta que domina con el dinero negro y que aterroriza con balas y sangre en toda la región.

(Publicado en La Industria de Trujillo)

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