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El arzobispo de Piura entre los 10 expulsados del Sodalicio: ¿Cuáles son las graves acusaciones que propiciaron esto?

El Papa Francisco expulsó a diez miembros de la sociedad Sodalicio de Vida Cristiana tras denuncias de abuso. Uno de ellos es el arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren. ¿Cuáles son las graves acusaciones a este grupo católico?

Hace pocos días, el Papa Francisco aprobó la expulsión de diez miembros del Sodalicio de Vida Cristiana de Perú: un obispo, sacerdotes y laicos.

Entre los expulsados están su exsuperior general Eduardo Regal y el arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren. Se les acusa de abusos físicos con sadismo, abuso de autoridad y contra la administración de los bienes eclesiásticos. Así lo informó la Conferencia Episcopal Peruana, a través de un comunicado que explica que, después de que una investigación se descubriera “sádicos” abusos de poder, autoridad y espiritualidad.

Esta medida llega un mes después de la expulsión del fundador del Sodalicio, Luis Figari, por las denuncias de abusos sexuales presentadas contra él y otros directivos del grupo católico.

El Sodalicio de Vida Cristiana es un grupo religioso que se fundó en el Perú 1971, y fue reconocido oficialmente por el papa Juan Pablo II en 1997. Su expansión fue rápida; hoy cuenta con más de 20 mil seguidores en 25 países, como Perú, Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador, Costa Rica, Estados Unidos e Italia.

El grupo religioso se fundó con el nombre Sodalitium Christianae Vitae, en honor al sodality o idea de hermandad entre los maristas. Se creó como una sociedad de vida apostólica, integrado por laicos consagrados y sacerdotes que viven en comunidades o casas compartidas, y cumplen labores de evangelización.

La nota informativa que dio a conocer la drástica decisión del Papa.

Sin embargo, en los últimos años, su fundador Luis Fernando Figari Rodrigo y otros miembros, han sido acusados de graves delitos, siendo el más recurrente el de abusos sexuales en contra de menores de edad.

Un exsodálite, Martín Scheuch, le contó a BBC Mundo que en los primeros años los miembros del movimiento leían libros fascistas. Asimismo, afirmó que una de las ideas principales con las que surgió el Sodalicio era que sus miembros debían practicar la obediencia absoluta, en cuanto a horarios, actividades, lecturas, forma de vestir e incluso estudios profesionales.

Figari ―dice Scheuch― solía repetir una frase que ilustraba el concepto: “El que obedece nunca se equivoca”.

La Fiscalía peruana comenzó a investigarlo en octubre de 2015, poco después de la publicación del libro «Mitad monjes, mitad soldados», escrito por el periodista peruano Pedro Salinas, en colaboración con la periodista Paola Ugaz.

El libro presenta 30 testimonios de abusos ocurridos a lo largo de casi 30 años, en los que las supuestas víctimas ―que no dan sus nombres― señalan como autores al mismo fundador del movimiento, el laico Luis Figari, y a otras cabezas de la organización.

Cinco testimonios narran abusos sexuales. Tres de ellos señalan como victimario al fundador Figari y presentaron sus casos al Vaticano en 2011, pero por muchos años no recibieron respuesta.

Según el libro, un exsodálite acusa a Luis Fernando Figari de enseñarle revistas pornográficas y de pedirle que se sentara sobre un palo. Otra de las víctimas señala que, cuando tenía 17 años, Figari le dijo que era momento de “abrir el tercer ojo para ver mejor las auras y que despertaría su kundalini al depositar su semen en su hueso sacro”.

Al publicarse el libro, el Sodalicio y Figari negaron las acusaciones. Figari se retiró en el 2010, y en 2015 se estableció en Roma. En un texto difundido por los medios, el fundador del Sodalicio reconoció haber “cometido graves errores, fallas y ligerezas”, pero negó los abusos sexuales.

José Enrique Escardó Steck fue el primero que denunció los abusos cometidos por miembros del Sodalicio. Enterado de la expulsión de diez miembros de esta organización, se mostró descontento a través de su cuenta de X. Sostiene que esta medida no representa una verdadera justicia para las víctimas, sino un “encubrimiento” por parte de la Iglesia Católica. 

Escardó Steck afirmó que la Iglesia Católica expulsa a algunos de sus miembros para dar la impresión de que se están tomando medidas, pero que para él es simplemente una estrategia de marketing para limpiar la imagen tanto de la Iglesia como del Sodalicio.

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