Mario Vargas Llosa no solamente fue un genial escritor, sino además un brillante contador de anécdotas, como lo demostró aquella vez en que tuvo una tertulia con escritores españoles, entre ellos los novelistas Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte.
Y la anécdota enlaza además a Mario Vargas Llosa con la otra lumbrera de la narrativa latinoamericana y con quien tuvo una relación ambigua de amistad y enemistad: Gabriel García Márquez.
Fue durante un vuelo hacia Santa Cruz de Tenerife, que Vargas Llosa vivió algo inolvidable. Durante el vuelo, tal como lo relató el mismo Vargas Llosa, la azafata le dijo que dentro del avión un hombre muy tímido lo admiraba mucho pero sentía miedo y vergüenza molestarlo. Entonces, le permitió que este se acercara a darle la mano.
Pero el novelista se dio cuenta de que los elogios que recibía no estaban dirigidos a él, sino a García Márquez, pues el admirador le confesó que «Cien años de soledad» había cambiado su vida.
Acabo de recordar esta charla. Os he resumido y editado los dos mejores minutos que le he visto a Vargas Llosa. Un caballero. https://t.co/GmbtC4bpvW pic.twitter.com/4sY1LDR0Mu
— Don Raggio (@Raggiomoral) April 14, 2025
«Ahí vino la cuchillada. Me dice: porque ‘Cien años de soledad’ cambió mi vida…»
Las risotadas se desataron en ese momento en la mesa de intelectuales. Y Vargas Llosa continuó:
«Bueno, mira, la emoción de este señor era de tal naturaleza que yo no me atreví a decirle ‘yo no soy García Márquez’… Y le di la mano. Suplanté a García Márquez».
En lugar de corregir al pasajero, el escritor peruano decidió no desencantarlo y optó por estrecharle la mano, haciéndose pasar por el autor de “Cien años de soledad”. Este gesto, aunque inesperado, refleja también la humildad y el sentido del humor del Premio Nobel.
