sábado, abril 5, 2025
Caja Trujillo
InicioOpiniónEl Perú sigue jodido, Zavalita

El Perú sigue jodido, Zavalita

A propósito de la reciente celebración de los 89 años de nuestro Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, una reflexión sobre el Perú desde la mirada del genial novelista y su emblemática obra.

Esta semana celebramos los 89 años de Mario Vargas Llosa, nuestro único Premio Nobel, intelectual paradigmático, uno de los más grandes escritores del último siglo en el mundo. El peruano universal pasó su día contemplando el mar de Barranco junto a los suyos. En la ciudad de Lima, el escenario de muchas de sus novelas inolvidables; en la tierra de Zavalita, el inolvidable protagonista de ese portento de novela que es «Conversación en La Catedral».

Y en Zavalita quiero detenerme para decir unas cuantas cosas en medio de esta celebración. Santiago Zavala es aquel que, mirando la avenida Tacna, sin amor, reflexiona con aquella frase que sigue siendo una suerte de emblema nacional: ¿En qué momento de jodió el Perú?

El Perú de Zavalita era el Perú de la dictadura de Manuel Odría, una dictadura corrupta y corruptora que Vargas Llosa retrata a través de un elenco de personajes inolvidables. Santiago Zavala es un miraflorino empobrecido por voluntad propia, pues renuncia a ser parte de una familia oligarca y enriquecida por negocios turbios con el Estado.

El Perú de «Conversación en La Catedral» tiene muchas cosas en común con este Perú de hoy. Todavía lo refleja. Pese a que han habido cambios innegables. (Aunque fallida en muchos aspectos, hoy vivimos en democracia. Aunque vivimos en un país que parece imposible, hoy contamos con ciertas libertades que en esa época no se tenían. Como es el caso de las libertades políticas y económicas.)

Y por ello uno entiende cuando ve las últimas entrevistas concedidas por Mario Vargas Llosa y lo escucha defender la tesis de que el Perú ya no está jodido, o por lo menos no jodido al nivel de aquella época en que publicó «Conversación en La Catedral». El novelista lo dice en comparación con lo que vivió: una época en la que te perseguían por tus ideas y metían preso por ello; una época en la que el país estaba más empobrecido y con nulas oportunidades.



Pero también hay que decir que, como cualquier persona, la mirada de Vargas Llosa tiene un sesgo. En este caso, su credo liberal lo hace tener esa visión menos desesperanza y menos amarga del Perú. Al final de cuentas, en medio de todo, nuestro Premio Nobel ha visto cómo en el Perú han continuado la libertad económica, la primacía del mercado y periodos de elección democrática (aunque errática y muy imperfecta).

Vargas Llosa está ya en sus cuarteles de invierno, descansando en lo que deben ser los días finales de su larga y gloriosa existencia. Si no fuera así, probablemente se crisparía ante esta realidad que nos doblega a todos hoy. Porque aunque es verdad aquello de la economía y el mercado, la elección democrática con sus fallos, también es cierto que eso ha ido a la par con una degradación moral apabullante. Nuestro país tiene un moneda estable y una inflación controlada, es cierto, pero a la vez tiene una corrupción galopante que asesina a peruanos indefensos a través de la comida, de un medicamento o un techo de un centro comercial.

Somos un país sin conciencia social, egoísta, con escasa empatía. A veces parece que ese cierto crecimiento económico -reforzado por negocios ilícitos e informales- que hemos tenido nos ha perdido más como sociedad. Nos ha emputecido.

A veces pienso en Zavalita y me pregunto qué pensaría hoy si mirara, como en el inicio de «Conversación en La Catedral», la avenida Tacna, sin amor. ¿Pensaría acaso que, pese a todo esto, el Perú ya no está (tan) jodido?

Y cuando hago ese ejercicio mental, terminó siempre diciéndole al protagonista de mi novela favorita de Mario Vargas Llosa: El Perú sigue jodido, Zavalita. Más de 50 años después.

spot_img
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -
Google search engine
spot_img

ÚLTIMAS NOTICIAS

spot_img

Comentarios recientes