Escribe: Eduardo Zafra
“No te puedes quedar dormido”, repetía una y otra vez con el pensamiento mientras que esperaba que el reloj marque las 4 de la mañana. Una semana atrás, había quedado en ir a Carabamba para celebrar el carnaval. Me preocupaba la altura, el cansancio y la temporada de lluvias. Sin embargo, tenía más motivos para ir que para quedarme en Trujillo.
Durante la presentación del carnaval carabambino en Trujillo, todos quedamos fascinados con la comida y el ambiente de jolgorio. Por eso, cuando nos ofrecieron la oportunidad de visitar Julcán para vivir la experiencia del carnaval de primera mano, no lo pensamos dos veces.
Era, además, un suceso inédito: el primer carnaval que se realizaba en la historia de Carabamba.
Entrando a la fiesta
El camino a Carabamba es largo y accidentado, casi 3 horas, dependiendo de la ruta que tomes. Previendo la hora, decidimos salir antes del amanecer. El camino ni siquiera lo sentí, había pasado la noche en vela, por miedo a quedarme dormido y perderme el viaje. Ni bien llegamos al bus, me quedé dormido profundamente.
Al llegar nos recibió un golpe de frío. Pese a estar abrigados, todos podíamos sentir el cambio de clima y la altura; sin embargo, la alegría golpeaba con más fuerza. El bus avanzaba lentamente hacia la entrada del pueblo, mientras que abajo ya nos esperaban con globos y baldes de agua para comenzar el carnaval. Algunos ni siquiera esperaron nuestro descenso, sino que directamente lanzaron agua al bus, cayéndonos a todos por igual, lo que nos terminó de despertarnos.
Alegría y color
La primera parada al bajar del bus fue el desfile. Los carros alegóricos que representaban a todos los barrios de Carabamba fueron desfilando uno por uno frente a las reinas de belleza y el alcalde Percy Blas Benites. Algunos pasaban mojando a todos con agua y pintura, otros repartiendo dulces y, los más entusiastas, repartieron frazadas y bateas, como en una buena yunza serrana.
La segunda parte del carnaval fue lo que todos estábamos esperando: la guerra indiscriminada con globos, baldes y pistolas de agua. Todo amenizado con el concurso de coplas, donde los más ingeniosos subían a improvisar con lo que estuviera a su alcance.
La fiesta continuó hasta la noche, y aunque nos hubiera gustado quedarnos hasta el amanecer, lamentablemente tuvimos que regresar a Trujillo. Aun así, Carabamba disfrutó del carnaval por muchos días más.