martes, noviembre 26, 2024
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Hay, hermanos, muchísimo que hacer

El triste presente de Vallejo en la Liga1 y en la Copa Sudamericana, donde recibió una goleada histórica recientemente, contrastan con la ilusión del inicio de temporada, cuando llegó Polo Guerrero y parecía tener un DT adecuado para llevar al equipo trujillano a otro nivel. ¿Qué pasó?

Escribe: Víctor López

La noche del último martes, el Club Deportivo Universidad César Vallejo cayó goleado en el Mansiche por el Deportivo Independiente Medellín de Colombia en lo que fue un partido desastroso para el equipo local y que dejó expuesto la fragilidad de su defensa, su intrascendente mediocampo y un ataque con poco gol.

Del grupo quizás solo se salve el ecuatoriano Jairo Vélez, Alejandro “Jarrita” Ramírez -incansable en el ida y vuelta en ofensiva por la banda izquierda- y el arquero Carlos Grados, quien se ve obligado a atajar los remates que le llegan de todos lados porque su defensa parece cualquier cosa menos eso.

Vallejo es último en su grupo de la Copa Sudamericana mientras que en la Liga1 está a solo tres puntos del penúltimo lugar (puesto de descenso); una actualidad que ni el más escéptico de sus simpatizantes se hubiera podido imaginar a inicios del año.

Atrás -y muy lejos en la memoria- quedó la resaca anímica luego de la euforia que generó la contratación de Paolo Guerrero y las expectativas de que el equipo peleara por fin por el título nacional, objetivo que se estableció a mediados del año pasado con la contratación del entonces director técnico Roberto Mosquera. Vallejo invirtió para ser campeón al final de la temporada, pero apenas a inicios de mayo ya se encuentra mirando con temor la parte baja de la tabla de posiciones del Torneo Apertura.



De pronto, el plan inicial se empezó a desmoronar pronto: Mosquera dejó el cargo aparentemente por problemas de salud, Paolo Guerrero viene sufriendo la rudeza de los rivales de una liga que en algún momento calificó de “bajo nivel” y aunque lleva anotados tres goles, los golpes recibidos no le han permitido estar presente en todos los partidos, tal como se esperaba. Y para colmo, se le empezaron a lesionar jugadores, quienes cayeron uno tras otro: Carlos Ascues, Nilson Loyola, Juan Quiñones, Josepmir Ballón, Edgar Benítez y el mismo Paolo Guerrero.

Tras la salida de Roberto Mosquera, hubo que buscar un entrenador de emergencia, y así llegó Guillermo “El Chicho” Salas, quien todavía no le ha encontrado la vuelta al equipo, como se diría en el argot futbolero.

La noche del último martes, los hinchas poetas empezaron a retirarse del Estadio Mansiche luego del quinto gol del DIM, es decir, diez minutos antes de que se acabe el partido. La hinchada no abandonó, simplemente dejó de creer porque ya no hay marketing que sostenga la actual campaña de Vallejo, un equipo cuya realidad es pelear por no descender.

El autodenominado “equipo más ganador de Trujillo” la está pasando mal y como todos los años, arranca pero no despega, sufre de algún mal del que todavía no se cura. Vallejo -el poeta- nació un día que Dios estuvo enfermo; el club, parece que también.

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