Escribe: Robert Jara
Ya basta de sobredimensionar los logros. Ya basta de vender gato por liebre. Hay grupos musicales en general; cumbiamberos, en particular, que se panudean y marketean agresivamente, a los cuatro vientos, con ser internacionales porque van a tocar al extranjero; es más, hay grupos en los que la palabra internacional es parte oficial y explícita de sus nombres.
Alucinan, seguramente, que diciendo y repitiendo, cual sonsonete, que son internacionales, lo son. Estos grupos musicales, que saben que no son internacionales, a menos que se autoengañen, callan adrede, alevosamente, que cuando se presentan en el extranjero lo hacen, casi siempre, para la colonia peruana. ¿Y es malo esto? No, lo malo es negarlo; y más, aún, decir que su público es extranjero.
Es duro decirlo, pero serán internacionales el día que vayan a tocar al extranjero para un público extranjero; el día que el público extranjero sea quien demande su presencia, consuma su música; es duro decirlo, pero el poco público extranjero que consume su música, asiste a sus presentaciones, está conformado por extranjeros amigos, cónyuges, cuñados, etc., de peruanos residentes en el extranjero; es decir, extranjeros empujados no por su propia voluntad, sino arrastrados por la fuerza arrasadora de la coyuntura familiar o amical.
Es duro decirlo, pero serán internacionales el día que vayan a tocar al extranjero para un público extranjero.
Y también en Guadalupe
Esta tentadora práctica también se da, por ejemplo, con la nombrada “Feria y Romería en Honor a la Virgen Nuestra Señora de Guadalupe”, que acontece desde hace casi cinco siglos, en la ciudad de Guadalupe —cuna de Caribeños, Marina Mora y el Sánguche de pavo—, a la que los guadalupanos ganados por el chovinismo, la adjetivan, con absoluto desparpajo, de feria internacional.
¿Feria internacional? Cómo va a ser internacional, si la feria, ícono de la guadalupanidad, ícono identitario, qué duda cabe, apenas es conocida, siendo optimistas, en los linderos de la provincia de Pacasmayo. El que los guadalupanos esparcidos por el mundo la rememoren con nostalgia y cariño, no justifica el uso indiscriminado del susodicho calificativo.
Los escritores no se escapan
El afán desmedido de auto endosarse la palabrita internacional, que, claro, da estatus, prestancia, también lo he visto en los escritores.
Hay escritores que se jactan de ser internacionales, por ejemplo, porque un amigo, si extranjero mejor, llevó su libro al exterior y publicó una auspiciosa foto del suceso en el Facebook; o porque su libro (uno o dos ejemplares) fue registrado en la biblioteca de cierta universidad extranjera, gracias a las buenas relaciones de un amigo o contacto; o presentando su libro en una actividad dirigida para la colonia peruana a pedido suyo o de su editorial, generalmente.
Vender o regalar diez libros en el extranjero no te hace un escritor internacional; escritor internacional serás el día que los propios extranjeros demanden y consuman tu literatura; mientras tanto, eso de internacional solo es para engatusar a terceros, es solo para calmar la ansiedad de tu ego.
Internacional es un calificativo que resulta pequeñísimo para las exigencias de los hambrientos egos.
Otros espacios donde el afán por auto endilgarse el codiciado epíteto “internacional” son las ferias de libros y los encuentros de escritores y artistas; aquí, dicho afán adquiere ribetes de sobredimensión tremebunda, más aún si son de naturaleza virtuales, cibernéticos.
Internacional es un calificativo que resulta pequeñísimo para las exigencias de los hambrientos egos; aquí la práctica indeseada se ha normalizado tanto que ya no sorprende (aunque causa sonrojo ajeno) la proliferación de ferias y encuentros mundiales, galácticos, intergalácticos, etc.
No denuncio el modo de hacerse internacional, mundial, galáctico, etc.; sino, el afán desmedido de jactarse de ser lo que no se es; cuestiono la práctica deshonesta, aunque no ilegal, de sobredimensionar (sobrevalorar) la resonancia (impacto) de nuestras actividades culturosas, de nuestros logros; denuncio, simplemente, la humana y extendida práctica de pasar gato por libre.