El libro El infinito en un junco ha vendido más de cien mil ejemplares. Es un libro sobre la historia de los libros, un recorrido por la vida del libro y de quienes lo han salvaguardado durante casi treinta siglos. Su autora, Irene Vallejo Moreu es una celebridad.
Vallejo Moreu ha estado en nuestro país, participando del Hay Festival, de Arequipa, y nos ha sorprendido gratamente al revelar que nuestro poeta César Vallejo es parte de su vida cotidiana familiar.
Vallejo –la española– posee una biblioteca envidiable. Y en esa biblioteca hay dos tesoros que ella idolatra: las viejas ediciones que sacó Lozada, en Argentina, de Trilce y Los Heraldos Negros.
Contó al periodista Mijail Palacios (Perú21) que estos libros tienen una historia importante en su familia, porque su padre le regaló a su madre Trilce y ella, así, se enamoró de él. «Se conocieron en la facultad de Derecho en la universidad. Mi padre se hizo amigo del hermano de mi madre y le regaló Trilce para agradecerle, pues muchas veces estaban en su casa y ella les preparaba meriendas», dijo la escritora.
Un libro prohibido
La autora de El inventor de viajes, narró las circunstancias en las que llegó Trilce a su familia. Cuenta que en aquella España de la dictadura franquista la mayoría de literatura experimental estaba prohibida. Toda la generación a la que perteneció César Vallejo estaba censurada. «Entonces, leer este libro que se abría paso en España, pues venía con el aura de algo prohibido, clandestino, que hablaba de ese mundo exterior, porque salir de España en aquel momento era muy difícil, significó la apertura a otro mundo y a otra literatura muy distinta de la que estaba permitida», dice.
Irene cuenta que su padre llegó a Vallejo por el apellido y por el azar. «Por el azar de descubrir que había un poeta muy conocido de quien le hablaron varias personas. Eso despertó su curiosidad. Pero la verdad es que se lo regaló a mi madre sin haberlo leído», subrayó.
Y también cuenta que Trilce fue un deslumbramiento de su mamá con César Vallejo. «Al punto de que en la familia muchas veces recitamos versos de Trilce como parte de la vida cotidiana. Si estoy en el mundo, se lo debo a César Vallejo», sostiene.
