Escribe: Lucho Caro
A casi treinta y un años de su muerte en 1994, sigue siendo uno de los escritores más leídos y admirados por los peruanos. Su obra más representativa, Los gallinazos sin plumas, es un reflejo crudo de las penurias y la lucha cotidiana de sus personajes, que encarnan la realidad de un país marcado por la desigualdad y la injusticia social.
Ribeyro, a través de su narrativa, aborda las frustraciones y esperanzas de su tiempo, temas que resuenan profundamente en la actualidad. En un contexto donde muchos peruanos aún enfrentamos dificultades económicas y sociales (siendo explotados), sus relatos se convierten en un reflejo de nuestras propias luchas y aspiraciones.
También fue tentado por los políticos; un hecho que trascendió fue rechazar el cargo de ministro de Cultura durante el primer gobierno de Alan García, que no fue sólo un acto de humildad, sino también una declaración de principios en un entorno donde la política a menudo se entrelaza con la corrupción y el oportunismo. Este rechazo también resaltó su compromiso con la literatura y la autenticidad, una postura que contrasta con muchos de sus contemporáneos que optan por el poder político a expensas de su arte.
Hoy, recordamos a Ribeyro no sólo como un autor fundamental, sino también como una inspiración que ilumina nuestras propias luchas y sueños.
Por otro lado, su relación con Mario Vargas Llosa, aunque inicialmente amistosa, se deterioró debido a diferencias políticas y filosóficas, reflejando la complejidad de la vida intelectual en el Perú y poniendo de manifiesto cómo las convicciones personales pueden influir en las relaciones. Mientras Vargas Llosa se adentraba en la política, Ribeyro se mantenía fiel a su visión literaria, lo que resulta cuestionable en el papel del escritor en la sociedad contemporánea.
Hoy, recordamos a Ribeyro no sólo como un autor fundamental, sino también como una inspiración que ilumina nuestras propias luchas y sueños. Su capacidad para retratar la realidad peruana con sinceridad y profundidad sigue siendo relevante, invitándonos a reflexionar sobre quiénes somos como nación y hacia dónde vamos. Debemos seguir celebrando su vida y explorando su obra, cotejando la realidad con lo que escribió en cada página. ¡Larga trascendencia, Julio Ramón Ribeyro!
