En la tarde del jueves 28 la prefecta de La Libertad, Carolina Velasco, llegó junto la Fiscalía y la Policía a la plaza de Armas de Trujillo para clausurar el evento anunciado por el alcalde Arturo Fernández, por falta de garantías. Todo estaba ya consumado, en apariencia, para que proceda a frustrarse la fiesta por la independencia de Trujillo y que tenía como principal protagonista al burgomaestre. Pero algo pasó y la prefecta quedó sin piso.
Propios y extraños se sorprendieron cuando vieron a Arturo Fernández subir al escenario junto al jefe de Divincri de la PNP, el coronel Javier Méndez. Ambos se tomaron la mano y anunciaron que el evento seguía en pie y no se cancelaría.
Con esto, la prefecta quedo sola y sin piso. Fernández y el oficial policial habían sostenido una reunión en la municipalidad previamente, donde habrían limado asperezas. Durante el año, el alcalde le había dicho un poco de todo al coronel Méndez. Todo estaba olvidado ahora.
Agresiones en la cara de la PNP
Lo increíble de todo es que momentos antes de que la Policía haga buenas migas con el alcalde Fernández y le avale su evento, hubo incidentes deplorables en la misma plaza de Armas, el lugar de los hechos.
En primer lugar, hubo balas en un intento de asalto que por suerte no pasó a mayores. Esto hacía pensar que el show no tenía buenas vibras previas.
Después, en medio de las acciones emprendidas por la Prefectura para cancelar el evento dadas la falta de garantías argumentadas, los seguidores y acólitos de Arturo Fernández agredieron a miembros de la prensa e incluso a la misma prefecta Velasco, además de la subprefecta Misao Chang.
La Policía no hizo mucho por evitarlo. Aún más, le dio la mano momentos después al alcalde de Trujillo, que terminó protagonizando el concierto repleto de gente en la plaza de Armas, donde cantó como si fuera el alma de la fiesta hasta el amanecer.
Una tacita de café
Quizás todo tenga que ver con lo expresado por el mismo jefe policial de La Libertad, el coronel Francisco Vargas, ayer durante la presentación de las acciones por fiestas de año Nuevo, con presencia de las autoridades locales.
El jefe policial dijo que estaba a disposición del alcalde. Bueno, en realidad lo llamó «mi alcalde». Dijo: «Estoy esperando que el alcalde me acepte una taza de café». Y hablaba en serio. Esto, indicó, para coordinar acciones conjuntas para luchar contra la inseguridad.
Ayer por fin el alcalde y la Policía habrían hecho ‘clic’.
Quien quedó en ridículo fue la prefecta Carolina Velasco, pues llevó a la Policía para clausurar el evento, pero esta terminó tomándose el café con Fernández y subiéndose al mismo escenario con él.
«La Policía ayer ha sido el hazmerreír de la población», ha declarado hoy la prefecta, y ha indicado que ha hechos los informes y las denuncias correspondientes por desacato a la autoridad, así como por omisión de funciones.
La Policía, finalmente, se rindió ante el díscolo alcalde y se ha metido en un embrollo.