Escribe: David Miñano
Con las manos sudadas, el frío cachicadanense que calaba los huesos y la radio a todo volumen, escuché por primera vez a Roberto Zegarra Torres relatando un gol de Universitario de Deportes. Tenía apenas diez años de edad, pero aquella narración del penal convertido por Eduardo Esidio, un 23 de diciembre de 1998, quedó grabada para siempre en mi memoria. No era solo el gol del campeonato nacional para la «U», era también el inicio de un tricampeonato histórico… y el comienzo de mi admiración por una voz artística.
Aquel partido fue la final nacional entre Universitario y Sporting Cristal, y en ese entonces se vivía, como era costumbre en la sierra peruana, a través de las ondas de Radio Programas del Perú. Zegarra, cariñosamente conocido como «Zegarrita», era parte del inolvidable dream team radial junto a Dante Mateo Cadillo e Ítalo Villarreal Vásquez. A ellos se sumaban comentaristas de lujo como Emilio Laferranderie «El Veco» y Efraín «El Cholo» Trelles, quienes con sus análisis agudos y su pasión por el fútbol cautivaban a generaciones de oyentes.
Su voz viajó desde México 70 hasta Alemania 2006 narrando copas del mundo, esa misma voz hizo vibrar al país en tantas ediciones de la Copa América, la Copa Libertadores y los torneos locales.
El tiempo fue apagando esas voces que enamoraron a muchas generaciones. En 2010 partió «El Veco», uruguayo de nacimiento pero peruano de corazón. En 2018, se silenció la voz cálida y sabia de Trelles, también historiador y escritor. El 2021 fue especialmente duro para el periodismo deportivo peruano, ya que en un solo año perdimos a Dante Mateo e Ítalo Villarreal. Y con ellos, se iba acabando una era irrepetible del relato peruano.
Hace unas horas atrás, se nos fue el último gran bastión de aquella generación: el maestro Roberto Zegarra. Su voz viajó desde México 70 hasta Alemania 2006 narrando copas del mundo, esa misma voz hizo vibrar al país en tantas ediciones de la Copa América, la Copa Libertadores y los torneos locales. Se ha apagado tras casi seis décadas de impecable trayectoria.
Con su partida no solo se va un hombre. Se apaga una época. Una era en la que el fútbol se escuchaba, se imaginaba y se vivía a través de la magia de la radio. Y Zegarra, como pocos, supo convertir el relato en poesía, emoción y legado.





