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Mario Vargas Llosa y Trujillo: Lectores nos confiesan qué libro del Nobel Mario Vargas Llosa les gusta más

Mario Vargas Llosa ya mora en el espacio de los inmortales. En Trujillo dejó inolvidables recuerdos y una buena legión de admiradores de su obra. Acá te lo contamos.

El Nobel de literatura tuvo algunos acercamientos fundamentales con Trujillo y su cultura. Fue, por ejemplo, jurado en el Concurso Nacional de Marinera que organiza el Club Libertad. Y gracias a él –según contó Adriana Doig Mannucci– se dio la primera Feria del Libro de Trujillo (FLT).

El autor de Conversación en La Catedral estuvo presente en la primera y última FLT que organizó ATAL, institución que presidía Doig Mannucci. Y lo hizo en dos íconos históricos. En la primera, Vargas Llosa dio una conferencia respecto a su libro El paraíso en la otra esquina. La Huaca de la Luna fue el marco impresionante para esta actividad inolvidable que congregó a cerca de mil asistentes. Era el 2003.

En el 2009, nuestro Nobel vino nuevamente a Trujillo a participar en su cuarta Feria del Libro. Esta vez se escogió al mar de Huanchaco para que sea el telón de fondo de su conferencia “Secretos de un novelista”, donde deleitó a miles de admiradores contando cómo escribió El sueño del Celta.

Mario Vargas Llosa en Huanchaco, dando su conferencia «Secretos de un novelista».

El héroe discreto es una novela de Mario Vargas Llosa que narra la historia paralela de dos personajes: la de Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y la de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios quien trama una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto.

La extorsión, tan presente, hoy, en nuestras vidas, fue desarrollada a través de Felícito, quien enfrenta con valentía el chantaje. Si bien la historia se desarrolla en Piura, el mismo Vargas Llosa ha contado que está inspirada en un transportista trujillano que desafió a los extorsionadores. Todos coinciden que este personaje fue don Orlando Villanueva, ex dirigente de la Empresa de Transportes Nuevo California.

Y para cerrar con broche de oro la relación del autor de La tía Julia y el escribidor con Trujillo, antes de publicar su último libro, estuvo de paso por estas tierras, recogiendo datos y escenarios que luego usaría como materia prima. Visitó la Huaca de la Luna, recorrió el malecón de Huanchaco y se sentó a tomar notas en una banca del viejo muelle.

Mario Vargas Llosa maravillado con los vestigiso de nuestra cultura Mochica.

Quisimos saber de algunos lectores trujillanos cuál era el libro que más les gustó. Pero no cualquier lector; decidimos abordar a aquellos que son casi devotos de Vargas Llosa.

Y así fuimos al encuentro de Luis Eduardo García que, cuando habla de Vargas Llosa, sus ojos brillan por la emoción. O de Miguel Torres, quien sería capaz de levantar un altar al Nobel con sus obras, y en diversas ediciones. O de Teodoro Alzamora, que ha escrito la divertida novela Tribulaciones de un vargasllosiano, donde da cuenta de lo que es capaz un hombre por acercarse a su héroe literario.

También abordamos a Bertha Alva y a Susan Calderón, quienes desde sus disímiles espacios se dan tiempo para seguir leyendo el universo vargasllosiano. Además, a Omar Aliaga quien hace poco confesó que, cuando va a emprender un nuevo trabajo literario, duerme, por una semana, acompañado de su soledad y de una edición en dos tomos de Conversación en La Catedral.

Ni qué decir de Ernesto Ortiz quien ha leído todas las novelas de Mario Vargas Llosa, y muchos de sus ensayos, y que aún no supera la tristeza por la partida del escritor, tanto así que cuando está con alguna bebida espirituosa en el cuerpo, gruesas lágrimas se desprenden de sus atribulados ojos. Y eso que él no es de llorar.

Mario Vargas Llosa con sus hijos Gonzalo, Morgana y Álvaro en las Huacas de Moche.

El escritor Teodoro Alzamora dice que, sin ninguna duda, su libro preferido es La casa verde. «Probablemente sea porque está ambientada en Piura, y, por supuesto, gracias al virtuosismo con el que Vargas Llosa desarrolla esta novela, donde entrecruza historias de una manera fascinante», nos dice antes de secar su ‘caballito’ de tequila.

El escritor y docente Luis Eduardo García, emocionado, nos cuenta que para él es La guerra del fin del mundo, por tres razones: por las técnicas desplegadas; por el fresco social que ofrece; y porque ahí realiza su idea de la novela total. «Nunca nadie, ningún novelista peruano, hispanoamericano o mundial, había concebido la idea de representar o capturar casi toda la realidad y creo que él, ahí, de algún modo lo logra», nos cuenta, sentado en una banca de la Universidad donde imparte clases.

Susan Calderón, periodista de televisión, sostiene que prefiere Le dedico mi silencio, la última obra de Mario Vargas Llosa. Le impactó porque tiene que ver con la música criolla que es propia de nosotros como peruanos. «Pero aparte de la historia en sí, de lo que hace la música criolla que nos une como nación, está la parte de la narrativa. Esta novela se desarrolla con alternancia de capítulos, muy propia de la obra de Vargas Llosa; y también se cuenta en primera y en tercera persona, jugando siempre con la realidad y la ficción; algo que la hace mucho más interesante», nos dice antes de comprar La Fiesta del Chivo en una librería del centro de Trujillo.

A Miguel Torres Reyna, abogado, escritor y gran lector, le encanta La casa verde porque en ella ha encontrado la prosa poética que no ha encontrado en sus otras novelas; además de las historias épicas. «Historias que me han hecho, prácticamente, vivirlas como si fuera yo el mismo personaje, como si yo estuviera en medio de los ríos, de la selva, del desierto piurano, de los bulines piuranos, en medio de aquellas historias que se van cruzando y nos van envolviendo, y nos hacen ser parte de ese mundo tan rico», dice al borde del llanto.

Para la docente Bertha Alva es El pez en el agua el libro que atesora. «Porque son sus memorias. Narra su vida, sus confesiones, sus momentos más vulnerables, desde su niñez; el impacto de las ciudades como Piura, Cochabamba, Lima; su padre, su madre, sus familiares y todo lo que formó su personalidad y su amor por la lectura; además de su paso por la política y cuando perdió las elecciones. Todo ello muy interesante desde el punto de vista histórico, literario y, por supuesto, personal», afirma.

Omar Aliaga, periodista y novelista de polendas, como ya dijimos, se rinde ante Conversación en La Catedral. Sostiene que es una de sus obras maestras, una novela ambiciosa por su estructura narrativa, por el elenco de personajes memorables, por su ritmo endiablado y el retrato cabal del Perú. «Cuando leí la novela estábamos llegando al fin del régimen fujimorista y vi en Cayo Mierda a Montesinos y tantos rasgos en común con ese presente. Y la novela sigue vigente. Cada vez que estoy en Lima y llego al centro, no puedo evitar, como Zavalita en ese fantástico inicio del libro, mirar la avenida Tacna, sin amor», confiesa antes de acariciar a su perra, una inquieta cockapoo.

Para el docente y voraz lector Ernesto Ortiz le fue difícil escoger, pero eligió El pez en el agua. «Porque este libro permitió descubrir aspectos inéditos de la personalidad de Vargas Llosa; por ejemplo, esa relación tan compleja que tuvo con su padre; y también nos narra ese capítulo breve pero fundamental de su experiencia política en nuestro país», sostiene y brotan las lágrimas, líquido que inmediatamente repondrá en un simpático bar del centro de Trujillo.

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