martes, abril 15, 2025
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La historia de Fernando, el hijo de Túpac Amaru II que vio morir a sus padres y vivió una agonía sin fin

Luego de rebelarse contra la corona española, Túpac Amaru II fue cruelmente asesinado junto a su esposa Micaela Bastidas. Su hijo Fernando, cuyos restos simbólicos han sido traidos desde España, fue obligado a presenciar las muertes y, luego, llevado prisionero a Europa. He aquí su historia.

El 6 de abril de 1781, tras haber organizado una rebelión contra la dominación colonial que puso en jaque al yugo español, José Gabriel Condorcanqui, mejor conocido como Túpac Amaru II, fue capturado, enjuiciado y ejecutado luego de ser derrotado en la batalla de Checacupe.

La historia ya es conocida: como castigo por su rebelión, la Corona Española lo sentenció al desmembramiento por cuatro caballos tirando de sus extremidades. Su esposa, Micaela Bastidas, también fue torturada, cortándole la lengua por negarse a declarar contra de su esposo.

Sin embargo, quien tal vez vivió la peor parte fue Fernando Túpac Amaru Bastidas, el último hijo de matrimonio, pues fue obligado a presenciar con horror la ejecución de sus padres; y luego condenado a una vida de torturas, humillaciones y encierro.

Tras la muerte y tortura de sus padres, Fernando Túpac Amaru y su hermano Mariano, fueron condenados al exilio en una cárcel del África, donde pasarían el resto de sus vidas.

Junto a rebeldes que apoyaron la rebelión, fueron obligados a caminar sin comida, agua o descanso durante dos meses de Cuzco a Lima, donde fueron nuevamente encerrados en la cárcel de San Felipe en el Callao, puerto desde donde partieron en barco rumbo a España.

Los tormentos no se detuvieron. Obligados a trabajar, Fernando y Mariano tuvieron que encargarse de la limpieza del barco, donde lamentablemente, Mariano moriría; sin embargo, Fernando jamás olvidaría las palabras de su hermano:

―No llores, no sufras, no te suicides, porque eso es lo que quieren los españoles, quieren doblegarte, pero no podrán hacerlo, porque tú eres la rebelión. Si resistes este martirio, la historia jamás te olvidará.

Tras meses en el barco, el capitán del navío falleció de viruela y fue remplazado por un marinero inexperto que provocó un naufragio donde españoles e indígenas murieron. Fernando fue de los pocos en sobrevivir, siendo prófugo por una semana; sin embargo, al saber que su captura era inevitable, decidió entregarse a los españoles consiguiendo un cambio en su sentencia: pasaría de una prisión en África a una prisión en España.

Municipalidad del Cusco propició la repratiación de los restos simbólicos de Fernandito. / Foto: Municipalidad del Cusco

Ya en España habitó en varias cárceles, siendo condenado a torturas, aislamiento y tratos inhumanos. A la edad de 17 años, con la intención de incentivarlo a tomar el camino eclesiástico, la Corona Española decidió educar a Fernando. Fue ahí donde aprendió a escribir redactando sus primeras memorias. En cautiverio, y a escondidas de sus captores, Fernando escribió cartas a sus padres fallecidos, a sus hermanos, a las cortes españolas e incluso cartas dedicadas a “los hijos que nunca tendré”. En sus escritos fantaseaba con la idea de volverse a encontrar con sus familiares para poder hablarles cara a cara, cosa que evidentemente, jamás consiguió.

Tras el estallido de la revolución francesa, Fernando Túpac Amaru vio en ella una oportunidad para conseguir mejores derechos; por eso, escribió cartas a la Corona Española pidiendo derechos básicos como el derecho a trabajar, o un tránsito restringido por las calles de Madrid. Las cartas fueron contestadas con burlas, argumentando que ya tenía muchos privilegios estando en una mazmorra de España y no en una de África como dictaba su sentencia.

Fernando Túpac Amaru Bastidas falleció en agosto de 1798 a la edad de 29 años. En sus últimos manuscritos se puede leer un Fernando reflexivo que cuestiona cuál fue su delito y porque la justicia solo es justa para algunos, unas reflexiones que, lamentablemente, hoy son completamente válidas.

Alrededor del año 1838, en un antiguo barrio de Madrid, se demolió un edificio de antaño. Ahí, por casualidad, encontraron manuscritos que pasaron de mano en mano, hasta que por fin fueron apreciados. Eran los manuscritos escondidos, de puño y letra, de Fernando Túpac Amaru. Los manuscritos fueron recogidos en el libro “Este Cautiverio y Agonía Sin Fin”.

Cofre con los restos simbólicos de Fernandito. / Foto: Municipalidad del Cusco.

Más 200 años después, los restos simbólicos de Fernando Tupac Amaru fueron hallados en las catacumbas de una iglesia de Madrid, de más de cinco siglos de antigüedad.

Los restos simbólicos del hijo del último inca, el niño que soportó las peores torturas, el último descendiente de la rebelión, han vuelto a casa.

La Municipalidad Provincial del Cuzco ha homenajeado el regreso de Fernando Tupac Amaru, quien vuelve al pueblo donde nació; vuelve a reencontrarse, por fin, con la familia que la crueldad española le arrebató. ¡Bienvenido a casa, Fernandito!

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