jueves, noviembre 14, 2024
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No le llegan ni a la suela del zapato de Grau

Es increíble cómo el país que encumbró a Miguel Grau sea el mismo que tiene hoy en el Congreso a almirantes en retiro como José Cueto o Jorge Montoya, quienes hoy quieren darle impunidad a los que mancharon el uniforme, ese uniforme que dignificó el "caballero de los mares".

Escribe: Omar Aliaga

Miguel Grau es, probablemente, el mejor de todos los peruanos. Dignificó una guerra, la dotó de humanidad en medio de la pérdida de vidas y el derramamiento de sangre. No ultimó al enemigo cuando este se encontraba vencido. Lo respetó. Es recordada hasta hoy esa carta que le envió Grau a la esposa de Arturo Prat, el chileno a quien derrotó en el Combate de Iquique. Grau le envió sus respetos a la viuda, las pertenencias de Prat y resaltó las cualidades humanas del oponente al que había derrotado.

Tal vez César Hildebrandt tiene razón cuando dice que «el Perú no merecía a Grau».

Porque uno mira, por ejemplo, a los almirantes en retiro que están hoy en el Congreso y se pregunta: ¿Qué nos ha ocurrido como nación para pasar de Grau a los almirantes José Cueto y Jorge Montoya? ¿Cómo es posible que hayamos tenido a un héroe noble, talentoso y valeroso, digno y honesto, y tengamos ahora a esta gente que aprueba leyes que favorecen a las organizaciones criminales, a estos sujetos que quieren amnistiar a hombres que mancharon el uniforme con sus crímenes?



Estos señores que hoy están en el Congreso no le llegan ni a la suela del zapato de Grau, cuya nobleza en medio de la guerra causa el aplauso incluso de chilenos.

El caballero de los mares acudió a una guerra absurda con las fuerzas diezmadas: el Huáscar tenía deficiencias y su tripulación no cobraba sueldo desde hacía 4 meses. Sin embargo, cumplió con su misión hasta el último segundo de su vida, cuando cayó destrozado por una granada de guerra.

La grandeza de Grau nos golpea en la cara hoy cuando uno ve la gentuza que está en el poder. Cuando ve que en la sociedad misma se tolera a los pillos y se aplaude la «viveza» criolla, la total falta empatía hacia el prójimo.

Necesitamos rescatar a Grau del olvido. Necesitamos hacerle honor a su legado. Esa sería una forma de combatir la delincuencia institucionalizada hoy en distintas estructuras del país.

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