Escribe: Luis Vega
El clímax de «Joker» (2019) es un acto de violencia: en televisión en vivo, el desequilibrado protagonista se jacta de sus crímenes, despotrica contra la sociedad que lo ha creado y le dispara al presentador Murray a quemarropa. Una turba enardecida lo encumbre por todo lo alto como a un héroe. Lo fácil, lo natural, habría sido que la segunda parte afianzara su leyenda. Después de todo, así son las secuelas; más de lo mismo. «Joker: Folie à Deux», en cambio, fue algo que nadie previó: una reivindicación, un mea culpa.
Durante su escena crucial, Arthur asume la responsabilidad de sus delitos, confiesa que no posee ninguna otra mitad y que solo es él, Arthur Fleck, un hombre roto, triste y solitario. Este minuto de consciencia condujo a una de las equivalencias entre ficción y realidad más precisas que he visto. Los seguidores de Arthur no toleraron su honestidad, ni se interesan de verdad por él, mucho menos lo compadecen; lo abandonan, pues quieren verlo convertido en un monstruo. La película de Todd Phillips se permite ser un fracaso en aras de una reflexión incisiva; decisión tan insensata como admirable.
Sin embargo, no está exenta de errores. Los aspectos destacados de la original —interpretación, cinematografía, banda sonora— se conservan en «Folie à Deux», pero la extensión de esta (dos horas y veinte minutos, nada menos) hace flaco favor al nuevo, más meditado enfoque. Aunque prefiero que Fleck se revele como una persona en lugar de un ídolo, comprendo las quejas sobre el tono parsimonioso. Los números musicales, la gran novedad de la cinta, tampoco compensan la duración. Para cuando se desarrollan los últimos, el tedio ya está muy presente, y ni siquiera el deslumbrante trabajo de fotografía logra mitigarlo.
Si algo no entiendo de la reacción abrasiva es el rechazo hacia Gaga. El tema no es si hizo un buen o mal trabajo, sino que se le atribuya más responsabilidad en el filme de la que, evidentemente, en realidad tuvo.
El recurso del atentado en la corte, si bien es necesario para el encuentro final entre Arthur y Lee, peca de corriente y artificioso. Además, dudo que alguien se preocupara por el bienestar de los otros personajes, como Harvey Dent, que pudo ser un fiscal cualquiera; el tratamiento de los secundarios resulta, cuanto menos, perezoso. No obstante, incluso con los problemas mencionados, valoro a la película por encima de su predecesora. «Joker» es un pastiche confuso de «Taxi Driver», mientras Folie à Deux se atreve a recorrer su propio camino.
Si algo no entiendo de la reacción abrasiva es el rechazo hacia Gaga. El tema no es si hizo un buen o mal trabajo (en mi opinión, estuvo bastante bien), sino que se le atribuya más responsabilidad en el filme de la que, evidentemente, en realidad tuvo. Su Harleen Quinzel juega un papel complementario, subordinado al de Arthur, el único protagonista, y esta dinámica persiste de inicio a fin. Tal vez lo que les molesta a los fans es reconocerse en Harleen.
Ella le dice a su ídolo: “Quiero ver al verdadero tú”, solo para terminar decepcionada. Phillips lo sabía; a nadie le importa Arthur, pero eso no impidió que le mostrara al mundo su rostro desmaquillado. Y si el mundo solo iba a recordarlo por quien no es en realidad, quizá el olvido sea un mejor destino.
[Calificación: 6/10]