domingo, diciembre 28, 2025
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¿Por qué «LUX», el nuevo disco de Rosalía, es todo un fenómeno musical en tiempos de algoritmo y consumo al paso?

En apenas una semana, el lanzamiento del nuevo disco de la española Rosalía ha generado un sinfín de reacciones y aclamación en tiempo real por su impronta de música clásica, opera y pop. Hasta la misma Madonna se ha rendido ante la joven artista y la ha llamado "auténtica visionaria". A continuación, un análisis de este sorprendente álbum.

El lanzamiento de «LUX», el nuevo disco de Rosalía, apenas ocurrido hace pocos días, se ha convertido en un auténtico fenómeno global. Uno de esos acontecimientos que ya han dejado de acaecer en estos tiempos de inmediatez y de consumismo al paso. ¿A qué se debe esta estampida mediática que ha llevado que un álbum de una artista pop sea sobre analizado y comentado en tiempo real?

«LUX», para empezar, es una proeza musical impropia en el mainstream de hoy. Un compendio de sonidos de filigrana pergeñados por la London Symphony Orchestra, donde violines, chelos, pianos y demás se aceleran y se apaciguan para que la voz de Rosalía -a veces lírica y operística, otras veces flamenca, otras veces pop, lastimera y quebrada- flote y se eleve como si ascendiera a los cielos para luego volver a caer, terrenal, y vuelva a flotar hasta alcanzar niveles litúrgicos.

Sin embargo, en medio de esta luminosidad musical, hay que decir que «LUX» es, ante todo, un disco de pop. Un disco de pop inabarcable y quizás nunca antes visto. Rosalía canta en 13 idiomas distintos, ha volcado meses enteros de encierro ideando letras, garabateando partituras, horas inacabables de estudio musical, obsesionada por la excelencia y la búsqueda de la trascendencia. Hay mucha religión, fe y misticismo, aunque los momentos carnales no se escapan. Rosalía ha demostrado ser una artista genial ante la que se rinden íconos como la misma Madonna, que ha llamado en días recientes a la española «auténtica visionaria».

«Berghaim» fue el golpe sobre la mesa, un single que dejó a todos boquiabiertos por su impronta de música culta que se deconstruye en pop y electrónica con una Björk invocando a la salvación divina y un Yves Tumor repitiendo el mantra de follar hasta conseguir el amor. Pero otras canciones se unen al elenco de piezas rupturistas y preciosistas. En «Mio Cristo Piange Diamanti», una de las más escalofriantes, Rosalía canta como si se bañara en éxtasis místico. Mientras que en «Reliquia», inspirada en Santa Rosa de Lima, la española construye una hermosa invocación pop («pero mi corazón nunca ha sido mío / yo siempre lo doy») sostenida por violines que entran y salen, entran y salen, hasta terminar en una cola que recuerda a las bases digitales del reggaetón.

La canción siguiente, «Divinize», es otra demostración de ingenio musical de la española, de artesanía del sonido y la construcción de estructuras. Un temazo que suena a alternativo.

Pero todo es llevado siempre al pop, con canciones que duran entre 3 a 4 minutos, tal como ocurre en «La Perla», que muchos han interpretado como un dardo a su expareja, Raw Alejandro, y donde suelta aquello de «terrorista emocional». También están sus raíces musicales flamencas en temas como «Mundo nuevo», «De madrugada» o «La rumba del perdón», sin dejar de sostenerse en capas de música clásica.

Y toda la música clásica termina siempre en el pop, como decíamos. Rosalía no busca hacer música clásica, utiliza la música clásica para su propuesta de pop renovado, ajeno a las tendencias. En ese aspecto, algunos de los momentos más excelsos, casi diría celestiales, llegan en canciones como «Memória», que genera un nudo en la garganta por la brillantez de la interpretación y el sonido luminoso; y «Magnolias», donde Rosalía canta desde su féretro sin vida que «Todos habéis venido / Hasta mis enemigos / Hoy lloran», en uno de los momentos más elevados de la música mainstream en español de este siglo.

¿Un 10/10? ¿Una masterpiece? Probablemente lo sea. Será el tiempo el que pondrá a «LUX» en su lugar. Sin embargo, el gran triunfo de Rosalía es haberle dado un tono de profundidad a un tiempo de música fácilmente descartable y de letras bobaliconas. Ha hecho un disco cuya música va en contra del algoritmo y las fórmulas de consumo rápido. Tras una ruptura amorosa, ella se encerró para romperse a sí misma en el arte, para romper los moldes de la música actual reivindicando la vieja música de siglos pasados, dotándola de una vigencia impensada (a esta hora, en el mundo, muchos jóvenes que han escuchado el disco están empezando a buscar a músicos clásicos).

En tiempos en que la moda es cantar sobre autos de lujo, sexo, culos, números y likes, Rosalía ha puesto sobre la mesa la belleza honda de la inmersión, la búsqueda espiritual, ha cantado sobre la muerte y la divinidad. Estamos ante una artista destinada a marcar una época.

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