miércoles, noviembre 13, 2024
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Reflexiones socioculturales sobre ‘El otoño del patriarca’

'El otoño del patriarca', novela de Gabriel García Márquez, desde su aparición ha generado debates y opiniones entre lectores y críticos. Hay quienes la consideran una obra maestra, y quienes la desdeñan. He aquí la opinión de nuestro columnista Jorge Flores.

Hace muchos años atrás, después del tremendo éxito editorial de la novela que lo llevara a recibir el premio Nobel, Gabo supo entonces, “solo entonces”, la magnitud del problema que se echó encima al publicar su, hasta esa época, mejor novela. Sabía que sus lectores estarían esperando la saga de Cien años de soledad; ¿pero podría superarse a sí mismo? Esta perturbación aguzó en el genio la posibilidad de plantearse una forma de escribir un… anti Cien años de soledad.

Además por esos años, en una entrevista dijo: “Tratamos de escribir una novela con el español hablado, cuando en realidad debemos escribirlo con el español escrito”.

Muchos no entendieron qué quiso decir y la declararon un intríngulis verbal. Los argumentos que Gabo planteaba  eran: el inglés, el francés o el italiano se escriben como se hablan, mientras que en castellano hay una división profunda entre la lengua hablada y la lengua escrita. Un diálogo en castellano que es bueno en la vida real no es necesariamente bueno en la novela. El castellano hablado anda por la calle, y en cambio el castellano escrito lo tienen preso desde hace varios siglos en ese cuartel de policía del idioma que es la Academia de la Lengua. Tratar de liberarlo, reduciendo cada vez más la distancia entre el castellano escrito y el castellano hablado, es una tarea en que deben empeñarse los escritores de lengua castellana.

Por eso se  extrañó cuando sus compatriotas alegaban que   el mejor castellano era el colombiano, él mencionó; cito: “(…) que no, que era el de México, mezclado de nahuatl, de inglés, de francés, de invenciones maliciosas, inteligentes y vitales, dispuesto a romper todas las leyes por conseguir una expresión. La forma en que ha logrado sacarle partido a ese idioma dinámico es lo que ha hecho que el lenguaje de Juan Rulfo sea tan hermoso y eficaz”.

Menciono estas entrevistas porque portan el sustrato de lo que será su nueva novela: El otoño del patriarca. Según el propio Gabo es su mejor novela y que el mundo de la crítica no supo interpretar. El tiempo se ha encargado de darle la razón, hoy es la más estudiada de sus obras. Toda ella es un extraordinario laboratorio verbal puesto al servicio del lector. Podemos encontrar páginas completas con  dos o tres comas y uno o dos puntos seguidos. ¿Por qué? Porque quería hacerlo más hablado que escrito, más fluido. El estilo directo de sus diálogos la hace tan ligera que debes estar atento a los giros, a la intención de los personajes para no perder la ilación. Es un libro que requiere cierto esfuerzo, como bien lo afirma el propio Gabo; cito: “exige del lector cierto esfuerzo, y hay algunos que están dispuestos a hacerlo, y otros que no están dispuestos a hacerlo. Parece muy hermético y no lo es. Y es un problema del nivel cultural de las masas”.

Ya Gabo nos ilustró en su discurso de aceptación al Nobel sobre las distintas formas de actuar de nuestros dictadorzuelos; cito algunos ejemplos: Antonio López de Santana, dictador de México, que hizo enterrar con funerales magníficos la pierna amputada. El general García Moreno gobernó al Ecuador como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador hizo exterminar a 30 mil campesinos e inventó un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados; e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina.

En El otoño del patriarcael dictador no tiene nombre. No  hace mención un nombre propio porque desea mofarse  de todos al mismo tiempo. Solo en dos párrafos aparecen los nombres. En uno dice llamarse Zacarías, cuando empieza a perder la memoria y decide escribirlo en papelitos para recordárselo. Pero en otro, pone el nombre de Nicanor; es decir nombres comunes, de gente pobre, como otro cualquiera a fin de ironizar sobre este tema; además que se abre a muchas connotaciones alusivas a los dictadores de Latinoamérica.

Un ejemplo, el nombre de Manuela Sánchez tiene una connotación importante porque eufónicamente es similar a Manuela Sáenz. Esto propone a Gabriel García Márquez como un militante más en la fila de intelectuales que se burlaron del libertador que quiso ser Emperador de América. Ya lo hace César Vallejo en el poema IX de Trilce. Para nadie es desconocido el tórrido romance que vivieron y de la inmensa lealtad, muchos dicen interés puro, que la Manuelita tuvo para con el Libertador, además de que vuelve a tocar el tema con muchísima amplitud en su novela El general en su laberinto. De las muchas líneas sobre ella, en El otoño del patriarca, este es un tanto más sabroso; cito:

Manuela  Sánchez  menos  que nadie pues no quería saber nada de la vida desde el sábado negro en que me sucedió la desgracia  de ser reina,  aquella  tarde  se me acabó  el mundo,  sus antiguos pretendientes habían muerto uno después del otro fulminados por colapsos impunes y enfermedades inverosímiles, sus amigas desaparecían sin dejar rastros, se la habían llevado sin moverla de su casa para un barrio de extraños, estaba sola, vigilada en sus intenciones más ínfimas, cautiva de una trampa del destino en la que no tenía valor para decir que no ni tenía tampoco suficiente valor para decir que sí a un pretendiente abominable que la acechaba con un amor  de asilo…

García Márquez hace tabla rasa de la política criolla mostrándonos toda su bajeza y podredumbre y cuando hace hablar al dictador observamos su sentido pragmático para resolver las cosas; cito:

…pero él les concedía el asilo político sin prestarles mayor atención ni revisar credenciales porque el único documento de identidad de un presidente derrocado debe ser el acta de defunción, decía, y con el mismo desprecio escuchaba el discursillo ilusorio de que acepto por poco tiempo su noble hospitalidad mientras la justicia del pueblo llama a cuentas al usurpador, la eterna fórmula de  solemnidad pueril que poco después le escuchaba al usurpador, y luego al usurpador del usurpador como si no supieran los muy pendejos que en este negocio de hombres el que se cayó se cayó…

O esta otra cita en donde nos plantea la forma como evade los intentos de muerte en un doble y este al filo de la muerte le dice, cito:

… ( ) al más bragado se le hiela el culo coronando a una puta de la belleza sin saber por dónde le va a tronar la muerte, dicho sea sin el menor respeto mi general, pero a él no le importaba la insolencia sino la ingratitud de Patricio Aragonés a quien puse a vivir como un rey en un palacio y te di lo que nadie le ha dado a nadie en este mundo hasta prestarte mis propias mujeres, aunque mejor no hablemos de eso mi general que vale más estar capado a mazo que andar tumbando madres por el suelo como si fuera cuestión de herrar novillas, nomás que esas pobres bastardas sin corazón ni siquiera sienten el hierro ni patalean ni se retuercen ni se quejan como las novillas, ni echan humo por los cuadriles ni huelen a carne chamuscada que es lo menos que se les pide a las buenas mujeres, sino que ponen sus cuerpos de vacas muertas para que uno cumpla con su deber mientras ellas siguen pelando papas y gritándoles a las otras que me hagas el favor de echármele un ojo a la cocina mientras me desocupo aquí que se me quema el arroz, sólo a usted se le ocurre creer que esa vaina es amor mi general porque es el único que conoce, dicho sea sin el menor respeto, y entonces él empezó a bramar que te calles, carajo, que te calles o te va acostar caro, pero Patricio Aragonés siguió diciendo sin la menor intención de burla que para qué me voy a callar si lo más que puede hacer es matarme y ya me está matando, más bien aproveche ahora para verle la cara a la verdad mi general, para que sepa que nadie le ha dicho nunca lo que piensa de veras sino que todos le dicen lo que saben que usted quiere oír mientras le hacen reverencias por delante y le hacen pistola por detrás.

Desnuda los fines de  la religión occidental cuando nos la muestra junto al poder  imperante y afirma; cito:

…sólo entonces creyó que era cierta la novedad mi general de que este desastre había ocurrido en el mundo entero sólo para librarme del tormento de Manuela Sánchez, carajo, qué bárbaros que son los métodos de Dios comparados con los nuestros…

O este otro fragmento que es más contundente; cito:

…cuando yo me muera volverán los políticos a repartirse esta vaina como en los tiempos de los godos, ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres, por supuesto, porque ésos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo, ya lo verán, decía, citando a alguien de sus tiempos de gloria…

Se chacotea de lo lindo cuando trata del fenómeno cultural, cuando contempla el dilema de la conquista y hace hablar a nuestros antepasados y dicen; cito:

…y habiendo visto que estábamos pintados para no despellejarnos con el sol se alborotaron como cotorras mojadas gritando que mirad que de ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni blancos ni negros, y de los de lo que haya, y nosotros no entendíamos por qué carajo nos hacían tanta burla mi general si estábamos tan naturales como nuestras madres nos parieron y en cambio ellos estaban vestidos como la sota de bastos a pesar del calor, que ellos dicen la calor como los contrabandistas holandeses, y tienen el pelo arreglado como mujeres aunque todos son hombres, que de ellas no vimos ninguna.

O cuando trata el problema educativo del país en la propia esencia del poder; el militar arribista que no sabe leer; cito:

Aquella falta de sentido histórico había de tener su noche de esplendor en el banquete de gala con que celebramos el desembarco de los infantes de marina al mando del almirante Higgingson, cuando Bendición Alvarado vio a su hijo en uniforme de etiqueta con las medallas de oro y los guantes de raso que siguió usando por el resto de su vida y no pudo reprimir el impulso de su orgullo materno y exclamó en voz alta ante el cuerpo diplomático en pleno que si yo hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente de la república lo hubiera mandado a la escuela.

O esta otra cita que es sabrosísima cuando la madre del dictador le da consejos; cito:

…pero piensa en el futuro, que no te quiero ver pidiendo la caridad con un sombrero en la puerta de una iglesia si mañana o más tarde no lo permita Dios te quitan de la silla en que estás sentado, si al menos supieras cantar, o si fueras arzobispo, o navegante, pero tú no eres más que general, así que no sirves para nada sino para mandar…

En este libro hay propuestas técnicas que aún falta denominar y que no he escuchado ni leído a ningún crítico. En este fragmento, por ejemplo, magistralmente usa el recurso verbal para crear la imagen de juego de cámaras del cine cuando en tiempo real acelera el crecimiento de las plantas o la trasformación de las cosas; cito: 

vimos una tinaja con una mata de toronjil que había seguido creciendo en el olvido cuyas ramas se trepaban por las paredes y se asomaban por los ojos de los retratos y se salieron por la ventana y habían terminado por embrollarse con la fronda montuna de los patios posteriores, pero no hallamos ni la rastra menos significativa de que él hubiera estado nunca en ese cuarto. 

En el lenguaje cinematográfico, llaman elipsis al salto en el tiempo o en el espacio. Esta se clasifica en inherentes, expresivas, de estructura o de contenido. Y la que más se ajusta al estilo Garcimarqueziano es la primera: Es decir la elipsis inherente que sirven para desaparecer espacios y tiempos débiles o inútiles en la acción. Los planos cortos permiten, no solo mostrar con detallismo expresivo a los actores, sino que también deshacerse gran parte del espacio, ya que sería irrelevante e innecesario para la narración del filme. No es la simple figura retórica que conocemos, que consiste en la omisión de una o más palabras en una cláusula, es decir forma; sino  otra más elaborada en cuestiones de contenido, es decir fondo.

Y finalmente también ironiza con el arte y la literatura en la imagen del grandilocuente Rubén Darío, pero asumiendo la personalidad del militar insensible que se  admira del poder explosivo de la palabra estéticamente escrita:

se sintió pobre y minúsculo  en el estruendo  sísmico de los aplausos que él aprobaba en la sombra pensando madre mía Bendición Alvarado eso sí es un desfile, no las mierdas que me organiza esta gente, sintiéndose disminuido y solo, oprimido por el sopor y los zancudos y las columnas de sapolín de oro y el terciopelo marchito del palco de honor, carajo, cómo es posible que este indio pueda escribir una cosa tan bella con la misma mano con que se limpia el culo, se decía, tan exaltado por la revelación de la belleza escrita

Son muchas las reflexiones socioculturales que puede usted hurgar en esta novela. Dependerá de qué área de su sensibilidad social se vea afectada; pero de lo que puede estar seguro es que te ofrece un verdadero laboratorio socioverbal en donde es necesario estar atentos. Es una mina no explorada a profundidad que contiene un numen interesante que puede devenir en futuras tesis. En fin, es una obra magnifica que merece ser releída con detenimiento pues a medida que aumenta nuestro bagaje el gozo se vuelve infinito. El otoño del patriarca es, pues, un ejercicio de la velocidad mental y la poesía, unidas en una orgía de sensibilidad social, donde la ironía es la reina del drama real que nos ha tocado vivir a los latinoamericanos.

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