Escribe: Jorge Tume
El sábado 19 de julio, don Teófilo Quiroga Rumiche estuvo contento durante su cena. Rio con las personas que lo rodeaban. Cuando terminó el ritual de los alimentos, subió a su cuarto, se quedó dormido y su sueño se elevó hasta la eternidad. Se fue como vivió: tranquilo y en silencio.
Cuando la fatídica noticia llegó, los hermanos Quiroga Querevalú sintieron un dolor que los paralizó. Inmediatamente suspendieron todas sus presentaciones para volver a la santa tierra, Sechura, y despedir al tronco de la familia. José, relató escuetamente el momento en que recibieron la noticia. “Esto nos cayó como un baldazo de agua fría porque estuvimos en nuestro estudio de grabación y recibimos la noticia. No nos querían manifestar lo que había pasado, pero un familiar con mucho dolor nos dijo la verdad”, comentó José, dolido, aunque sereno.
La última aparición del patriarca de los Quiroga, junto con la orquesta, fue en marzo de 2025, durante un concierto por los carnavales en Sechura. Era su cumpleaños y lo celebró con alegría. Y es que, como muchos lo han certificado, era el hincha número uno de Agua Marina.
Don Teófilo, como todos lo conocían, falleció a los 92 años. No solo fue el padre de los fundadores de la orquesta de Sechura, sino el hombre que hizo posible un gran sueño. Fue el guía, el conductor y el soporte de unos muchachos que quisieron conquistar corazones con su música y que lo han logrado con creces.

Un visionario del talento
Don Teófilo fue la piedra angular en los orígenes, crecimiento y éxito internacional de la muy querida agrupación musical Agua Marina, la misma que está liderada por sus hijos varones Manuel, José, Teófilo y Luis.
José Quiroga, primera voz y bajista de la agrupación, cuenta que, en sus inicios, cuando él y Manuel se presentaban en pequeñas actuaciones escolares, recibieron el incondicional apoyo de Paulina, su madre. Fue ella quien los animó a seguir su camino.
Don Teófilo, de oficio pescador, llegaba a casa y su esposa le narraba las andanzas musicales de sus hijos. “Se puso al aguaite”, como se dice en Sechura y, con ese buen olfato, se dio cuenta de que ahí había talento. Decidió apostar por sus hijos, pero en grande.
Manuel ha contado que un día su padre llegó con una guitarra nueva y se la regaló. El patriarca había decidido enrumbar el destino de sus hijos. Los apoyó comprando instrumentos y equipo de sonido. La leyenda cuenta que vendió una embarcación pesquera para invertir ese dinero en la agrupación. “Si vamos a comprar instrumentos y sonido, tienen que ser los mejores”, dijo don Teófilo y así marcó el derrotero que convertiría a esa humilde agrupación en “La universidad de la cumbia” que es hoy.
Y no solo eso. El padre acompañaba a Manuel y José en sus primeras presentaciones. Desde el principio les señaló la trilogía que los llevaría por buen camino: responsabilidad, disciplina y respeto al público. Por eso, ya en la cúspide del éxito, cayó como anillo al dedo esa cumbia que le rinde homenaje, “Forjador de sueños”, y que los hermanos Quiroga tuvieron la oportunidad de dedicársela en vida, el año pasado, en el Festival Kavipor, por su 48 aniversario.

Genio empresarial y apóstol de la cumbia
En agosto de 1976 la familia Quiroga Querevalú dio el paso decisivo a su inexorable éxito: dejaron atrás la etapa de “Sangre joven” y “Mario y sus estrellas”, pequeñas agrupaciones donde hicieron sus pininos, y fundaron “Agua Marina”. La primera presentación fue el 30 de agosto de 1976 en un baile organizado por el Comité de Damas de la Guardia Civil de Sechura. Tiempo después se integrarían los hermanos menores: Teófilo, en el piano, y Luis, en los timbales.
El nombre de la agrupación musical fue propuesta de un familiar de los Quiroga, Teófilo Zapata Querevalú. Y no pudo haber un nombre mejor. Agua Marina es un homenaje a Sechura, tierra de los mejores pescadores del mundo, aquellos bravos hombres que han sabido dominar su rico mar; un homenaje, también, a esa fuente de trabajo de la familia. El nombre Agua Marina es también un guiño a la cadencia y sonoridad imperecedera de las olas del mar, como la música de esta popular agrupación, una de las pocas que ha sabido forjar un estilo inconfundible.
Pero para el crecimiento de un proyecto musical hay otra parte no menos importante: la empresarial. Y ahí entró a tallar don Teófilo. Les ordenó a sus hijos que se dedicaran única y exclusivamente a hacer música, y que él se encargaría de las finanzas y la parte logística. Seguramente intuía que el crecimiento artístico de sus hijos solo se iba a lograr si es que se dedicaban a hacer música a tiempo completo; sin nada que los distraiga.
Y resulta que don Teófilo, de pescador terminó convertido en un tácito gerente y administrador de la empresa Agua Marina. Nunca estudió una carrera profesional o algún estudio afin, pero cumplió a cabalidad. Se dejó llevar por su instinto y su sagacidad. Se encargaba de los contratos; de reclutar músicos y trabajadores, y negociar sus honorarios; de organizar las presentaciones y viajes dentro del país y al extranjero; de coordinar las grabaciones de los discos y videoclips. También de coordinar la publicidad de los conciertos; de negociar con dueños de radio, gerentes de cervecerías, concesionarios de vehículos, empresas de seguridad, propietarios de locales y escenarios, restaurantes, hoteles, sastrerías; hasta del personal de boletería, cantinas y recojo de botellas. No se le escapaba ningún detalle.
Quienes lo han conocido de cerca coinciden en calificarlo como un genio empresarial. Muchos promotores y dueños de orquestas han bebido de sus enseñanzas que hoy ponen en práctica. Reconocen su amor por el trabajo y su audacia para andar siempre un paso adelante. Por ejemplo, cuando pocas radios apostaban por la cumbia en sus programaciones, fundó la suya. O el hecho de ir siempre elevando el nivel del espectáculo que se presentaba al público; por eso Agua Marina siempre ostentaba el mejor equipo de sonido del momento. En algunas oportunidades se dio el lujo de encargarlo desde el extranjero.

Pero hay un hecho importante en la historia de la cumbia, del que pocos han hablado. Y ahí también aparece la figura de don Teófilo Quiroga Rumiche, un apóstol de la cumbia peruana. Resulta que, hasta fines de los noventas del siglo XX, la cumbia era música de minorías, con escasa o nula presencia en la prensa, radio y televisión. Era, junto a la música andina, una corriente que navegaba al margen de los escenarios oficiales.
Esta realidad dio un giro de 180 grados. Y fue Agua Marina, con don Teófilo como timonel, quien rompió el cerco de la marginación. Se iniciaba el año 1999, y los hermanos Quiroga, con un estilo elegante y una música profesional, no solo en melodía, sino en letra, tomaron por asalto las radios de Lima, la capital, la dueña del éxito. “Tu amor fue una mentira” fue la cumbia que le dio visibilidad y proyección a la cumbia peruana. El resto es historia. Hoy esta música popular es una gran industria que ha logrado permeabilizar diferentes estratos sociales y culturales.
Esto último se lo debemos también a don Teófilo, ese hombre que un día soñó con hacer que el nombre de su pueblo suene a nivel nacional e internacional. Sechura y el Perú le deben mucho, pero lo pagarán bailando esa música del que era su máximo hincha e impulsor.





