Escribe: Omar Aliaga
La denuncia es recurrente en la ciudad de Trujillo. A un hombre lo asaltan y le roban la moto; luego los delincuentes lo llaman y le exigen un monto de dinero para que se la devuelvan. El hombre agraviado acude a la comisaría, y la respuesta es nula, meramente burocrática, sin solución alguna. Excepto una, que le indica el policía luego del rodeo: “Le aconsejo que arregle y pague, es lo mejor”.
Es decir, el mismo policía le pide que transe con el delincuente, que lo legitime. Y así se mantiene el negocio, un negocio en el que varios policías son partícipes y beneficiarios, según todas las evidencias.
Pero el asunto se pone aún peor cuando vemos a policías “chalequeando” a delincuentes, protegiéndolos con información y con su amistad interesada, como esos agentes que le conducían el vehículo a un hombre fuerte de “Los Pulpos” y cayeron días atrás en Trujillo.
Lo lamento mucho por los buenos policías, que los hay, pero a esta Policía no le debemos el mínimo respeto.
Y se empeora todavía más cuando vemos el caso de Darwin Condori, el policía que violó y asesinó, cercenó y ocultó los pedazos del cuerpo de la joven Sheyla Cóndor en Lima. Se supone que este sujeto con uniforme se autoaniquiló mientras se escondía en un hotel, pero la intervención policial, la contaminación de la escena, la torpeza de los agentes que movieron el cuerpo del suicida deja muchas dudas, y por ello se ha abierto una investigación.
Además, aquí huele mal todo, pues Darwin Condori no actuaba solo en sus actos delictivos de agresor de mujeres, sino que tenía a unos colegas uniformados como compinches, los mismos que siguen pululando por ahí.
Y esta es nuestra Policía, podrida por muchos extremos. Lo lamento mucho por los buenos policías, que los hay, pero a esta Policía no le debemos el mínimo respeto. Está contaminada en buena parte, y si continúa así va a seguir arrasando a los nobles y decentes que llegan a la institución.
A esta Policía es la que el Congreso está empoderando con sus leyes que buscan blindarla, darle atribuciones para actuar con impunidad y para investigar, en detrimento de la Fiscalía. Porque los congresistas, en su afán de combatir a los fiscales que los persiguen, han tratado de mellarlos dándoles más poder a los policías.
Y esta es la razón por la que el crimen ha avanzado tanto. Porque tiene la complicidad de muchos policías.