Escribe: Omar Aliaga
Hace tiempo que me he resignado a la idea de que tenemos no solo una presidenta incapaz, perdida en el espacio de sus asuntos personales y frívolos; sino además mala persona, maledicente. Lo supe desde diciembre de 2022, por la forma cómo reaccionó cuando decenas de peruanos perdieron la vida en las protestas en su contra. Y quedó plenamente confirmado en los meses siguientes.
La investigación de los relojes Rolex, que el periodista Ernesto Cabral ha redondeado en su libro Rolexgate. La historia detrás de los relojes, las joyas y los waykis, nos da aún más pistas de quién es la mujer que hoy gobierna el país. Aunque eso de que gobierna está en entredicho, muy en entredicho.
En el libro, Dina Boluarte es descrita como una persona muy desconfiada que come después de ver cómo lo hacen sus ministros. Una mujer que se sienta todas las tardes para ponerse a ver telenovelas.
Según la investigación de Cabral, Boluarte actúa como una “adolescente que está convencida de merecer todo lo que tiene” y que por eso no quiere soltar el poder, pese a su situación y al rechazo de las inmensas mayorías.
Es una presidenta incapaz, indigna del cargo, y que además no hace más que tramitar lo que el Congreso y otros le indican que haga
La primera mujer presidenta en la historia del Perú (fíjense en esta crueldad del destino) es supersticiosa, se hace baños de florecimiento, carga con piedras para alejar las malas energías y tiene como asesores cercanos a un grupo de curanderos.
En Rolexgate se da conocer que el día del allanamiento a la casa de Boluarte y a Palacio, fue que los agentes, al revisar la cartera de la presidenta, hallaron un muñeco de color negro con cintas rojas que en lugar de pies tenía pequeñas cabecitas humanas. Una cosa espeluznante. Llevaba un muñeco vudú, esos objetos de brujería que se utilizan para causar daño a los enemigos.
Hace pocos días la presidenta se convirtió en tendencia y en un meme nacional cuando quiso romantizar la pobreza y los avatares de las mujeres amas de casa. Dijo que con 10 soles se las ingeniaban para preparar sopa, segundo y hasta postre. Algunos de sus defensores salieron a decir que la presidenta no tenía mala intención al soltar ese comentario. Pero la presidenta tiene tan mala vibra, la gente ve a un personaje tan negativo y totalmente carente de empatía, que no lo puede ver de otra forma.
Es una presidenta incapaz, indigna del cargo, y que además no hace más que tramitar lo que el Congreso y otros le indican que haga. Y ella acepta porque está engolosinada en el poder. Es una presidenta de 10 soles.