miércoles, julio 3, 2024
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Una verdadera noche de rock and roll en Trujillo

La siguiente es una crónica sobre el reciente concierto denominado "Trujillanos Rock Festival", el mismo que reunió a bandas veteranas con otras más recientes de la escena rock trujillana.

Escribe: Omar Aliaga

«Primo, ¿todavía vas a esos conciertos?». La frase era de una querida prima que vive en Lima, y la escribió en respuesta a las Story que había subido la madrugada del sábado, o mejor dicho las primeras horas del domingo: videos cortos de distintos momentos del concierto «Trujillanos Rock Festival». 

(Ahora que lo pienso, el nombre ha sido muy atinado. No lo había visto así al inicio; me pareció entonces un nombre insulso)

Cuando leí el mensaje sentí que, aunque sin mala onda, mi prima me decía, en otras palabras, algo así como: «¿Aún vas a esas huevadas?»

Y sí, aún voy. Cada vez que hay. Cada vez que puedo. Y trato de poder siempre, porque rara vez hay en Trujillo (esos eventos).

Pero este fue especial. Distinto. Gracias al cielo no me lo perdí. Un concierto como no había hace años en Trujillo. Bandas nuevas, no tan nuevas, bandas viejas. Qué paja ha sido ver gente grande, canosa, deliciosamente maltratada por los años y por los daños; mezclada con una chibolada impetuosa y hambrienta. 



Esa chibolada veinteañera (o casi) pogueaba los temas en vivo de bandas como Reactor o Arsix, que llevan décadas a cuestas. Viejas glorias sobre el escenario, como el caso del mítico guitarrista de Arsix, Lucho Villanueva, arreciando con su banda ese clásico «Sadam Husein» y otros temas de heavy metal a la vena. 

Reactor destapó la cordura con su rapcore noventero y le abrió la puerta al pogo intenso, por ratos brutal. Hacía tiempo la gente no eran tan feliz por aquí agitando las cabezas en medio de ese caos maravilloso, esa danza macabra que consiste en dar saltos y empujarse mutuamente, esa danza tribal que solo los rockers sin concesiones entienden (y nadie más).

Fue una noche de auténtico rock and roll porque la música en vivo vibraba y los cuerpos sudaban la cerveza que rápidamente dejaba de ser fría. Porque sí, había fragancias humeantes en el ambiente y polvos mágicos en las sombras. Había rock para todos y todas.

También feeling y corazón de poeta con las performances de Extraño Deseo o de Aeroárbol. Lisura y diversión machacona con Chanqas. 

Furia y corazón. Intensidad y sensibilidad. 

Tal vez podríamos decir que el local colmado y la presencia de todas las sangres trujillanas tienen que ver con el hecho de que fue un concierto con ingreso libre. Damas gratis. Varones gratis. Lo que quieran. Pero fue una verdadera noche de rock and roll como muy pocas en estos años. Y lo dice alguien que ha asistido a infinidad de conciertos locales estos años.

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